Cuando suena determinada canción, o incluso determinado fragmento de una canción, podemos sentir un escalofrío, o incluso se nos puede poner la piel de gallina, como sacudidos por la emoción. ¿Cómo es posible que un puñado de sonidos puedan lograr algo así?
La explicación a este fenómeno fue uno de los objetivos del investigador musical más reputado de Alemania: Eckart Altenmüller, de la Hochschule für Musik and Theater de Hannover.
Para ello, llevó a cabo un estudio con 38 personas de entre 11 y 72 años que escucharon piezas seleccionadas por los investigadores y procedentes de un CD que los propios sujetos traían de su casa. Los participantes debían apretar un botón cuando se les ponía la carne de gallina frente a un sistema de coordenadas en una pantalla donde aparecía reflejado su estado emocional.
Los participantes con más escalofríos llegaron a sentirlo hasta 70 veces en 2 horas. Tal y como explica Christopher Drösser en su libro La seducción de la música:
La sensación no solo se basaba en las sensaciones subjetivas de los participantes. Los científicos midieron también parámetros corporales como el ritmo cardíaco y la temperatura de la piel. Y estas coincidían por completo con la impresión de los participantes: cuatro segundos antes de producirse el escalofrío el corazón se les aceleraba, y dos segundos después les aumentaba la temperatura de la piel.
Lo que sugería este estudio es que la música es capaz de producir esa sensación de escalofrío en toda clase de personas. En la mayoría de casos, sin embargo, el efecto solo se producía con aquella música con la que los participantes tenían cierto vínculo emocional, por ejemplo la canción que sonó cuando se enamoraron de su actual pareja.
Con todo, ¿existen rasgos musicales universales para producir esta clase de sensación en la gente? Al parecer, solo hay unos cuántos rasgos generales muy superficiales.
En casi todas, por ejemplo, antes de notar el escalofrío se producía una subida de volumen. También era frecuente la presencia de una voz masculina en un registro alto. U una forma casi burda de generar “escalofrío mediante notas”, sostienen los científicos, es el efecto sorpresa (…) Pero ahí acaban las similitudes; por lo demás, los factores que originaban el escalofrío variaban de unos individuos a otros.