La pedofilia es una desviación sexual en el sentido de que no está orientada a la reproducción, pero tampoco lo está la masturbación. El problema de la pedofilia, por tanto, es que no se practica bajo el consentimiento de una de las partes. Históricamente, por ejemplo, la pederastia no estaba asociada necesariamente al abuso. En la Antigua Grecia, por ejemplo, era la simple relación entre un adolescente y un adulto.
Así pues, ¿cómo se nació? ¿Por qué se reproduce con tanta virulencia, sobre todo ahora que podemos acceder a casos ocultos como en Irlanda, donde sólo el obispado de Dublín afectó a centenares de niños entre los años 1976 y 2004?
Según el neurólogo holandés Dick Swaab en su libro Somos nuestro cerebro, la pedofilia puede tener causas diversas:
Cuando una persona adulta siente de pronto un interés pedófilo, puede deberse a un tumor cerebral en la corteza cerebral temporal o en el hipotálamo. Un cambio de orientación sexual hacia la pedofilia también ha sido descrito tras proceder a una intervención cerebral para curar la epilepsia, durante la que se extirpó la parte frontal del lóbulo temporal. Después puede originarse una desinhibición sexual conocida con el nombre de síndrome de Klüver-Bucy. (…) La pedofilia también puede ser fruto de infecciones cerebrales, la enfermedad de Parkinson, esclerosis múltiple y diversas formas de demencia (entre ellas, la demencia frontotemporal) y traumatismos cerebrales.
Sin embargo, estas causas son infrecuentes. Probablemente en la mayoría de casos hay causas genéticas, así como por la interacción entre las hormonas sexuales del feto y el cerebro en desarrollo antes del nacimiento.
Sería lógico investigar la importancia de todos los factores que influyen en la primera fase del desarrollo y que aumentan el riesgo de originar pedofilia; sin embargo, esa investigación se ve obstaculizada por el tabú que rodea la pedofilia. ¿Quién se atreve en nuestra sociedad a declararse abiertamente pedófilo y a colaborar en una investigación para buscar sus causas?
El problema del estudio clínico
Todos los estudios cerebrales que se han realizado con pedófilos han sido en muestras pequeñas y poco representativas, porque, a fin de cuentas, la mayoría de los pedófilos saben controlar sus impulsos, no cometen delitos y tampoco son sometidos a estudio.
Romper con el tabú de una investigación así podría proporcionar información sobre esos factores y sobre los mejores métodos para controlar los impulsos pedófilos y evitar la reincidencia. De ese modo se ahorraría mucho sufrimiento a todos los implicados. Eso vale también para las mujeres pedófilas. El mito de que las mujeres son inocentes en relación con la pederastia ha quedado obsoleto. El abuso sexual de niños a manos de mujeres suele reducirse a los casos de madres que abusan de sus propios hijos. Las víctimas suelen ser mayoritariamente niñas y con un promedio de seis años de edad. Las madres proceden a menudo de zonas pobres, carecen de estudios y sufren muchos problemas psíquicos, como retardo mental, psicosis y adicciones.
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