El libro de Ogi Ogas, A Billion Wicked Thoughts, se analizan millones de búsquedas que llevan a cabo los usuarios de Internet en las principales web eróticas. Lo que descubre este análisis es hasta qué límite mostramos una sexualidad pública totalmente distinta a la sexualidad privada, la de habitación a oscuras y kleenex a mano.
Por ejemplo, una de las búsquedas masivas de vídeos eróticos por parte de hombres es el de mujeres con pene. Tal cual. Es decir, transexuales que conservan todavía su miembro viril. Con todo, este interés podría no ser netamente sexual, sino más bien espoleado por la simple y llana curiosidad.
Lo que sí parece innegable es que existe una gran atracción por hombres heterosexuales hacia transexuales, como denota el exhaustivo trabajo publicado en 2010 por los sociólogos Martin Weinberg y Colin Williams en el que se analizaba toda la bibliografía académica acerca de la preferencia heterosexual por los transexuales.
Más cosas: los gays y los heterosexuales se fijan en las mismas partes del cuerpo: pechos, glúteos, pies. Los hombres hetero prefieren a las mujeres con un poco de “chicha” antes que a las demasiado delgadas. A los hombres les gusta más el porno amateur on line que el profesional.
Enseñando porno en un experimento controlado
También se ha tratado de averiguar qué preferencias tienen los consumidores de vídeos eróticos en experimentos controlados, como el realizado por investigadores de la Universidad de Wayne en Detroit. Concretamente se evaluaba qué tipo de pornografía gustaba a las mujeres.
Para ello mostraron 90 clips pornográficos a un grupo amplio de mujeres que asumían haber consumido porno en el pasado, pero que no eran consumidoras habituales. Cada clip tenía un minuto de duración, y en el 88 % se mostraba sexo entre hombres y mujeres, y en el 12 % restante, relaciones homosexuales. Tal y como explica Pere Estupinyà en su libro S=EX2:
Existe un cierto consenso en que las chicas prefieren escenas heterosexuales explícitas pero consensuadas, más románticas, y que no les gustan los primeros planos, eyaculaciones sobre personas, ni sexo lésbico o anal. Pero querían investigarlo por ellos mismos, y sobre todo comprobar si existía correlación entre la respuesta psicológica subjetiva y la fisiológica.
Los clips que más gustaron fueron los que implicaban sexo vaginal heterosexual en las que el hombre tomaba la iniciativa. Los clips peor valorados por la mayoría consistían en sexo anal, las felaciones y conductas consideradas abusivas.
Los investigadores son conscientes de las limitaciones de su estudio, especialmente por la gran diversidad de gustos que hay entre la población, pero aseguran que contemplaron factores como el atractivo de los protagonistas, la habituación a la que se llegaba en los últimos clips, o las condiciones de laboratorio, y sí encontraron algunas tendencias generales. Dudo que la industria les haga mucho caso, pero en Pubmed están sus datos y la de otros trabajos similares.
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