En estos días en los que los medios de comunicación se han polarizado hasta el extremo de que los supuestos servicios de fact check parece que sirven para emponzoñar más la información (¿qué tal un servicio de fact check del fact check y así ad infinitum?), sobre todo a raíz de que se acercan elecciones generales en España, uno tenderá a sospechar de que los periodistas y, sobre todo, quienes pagan sus sueldos, son quienes dirigen el timón ideológico para manipular la opinión política.
Los motivos que subyacen a estas manipulaciones cada vez más flagrantes, sin embargo, son mucho más peregrinos: el brillo del vil metal. Por eso no es extraño que el mismo medio que ayuda a aupar a una formación política luego actúe para hundirla.
El caso estadounidense
Si bien los propietarios, sus sesgos ideológicos y los poderes que hay detrás determinan indudablemente la escoración de un medio de comunicación, son los mercados, la rentabilidad económica, en suma, el factor que está por encima de los demás. La rentabilidad, en ese sentido, es más poderosa que la ideología.
En Estados Unidos esto queda patente en un estudio que pone como ejemplo, entre otras, la empresa The New York Times Company, que es propietaria de The New York Times (progresista con sede en Nueva York, donde el 70 por ciento de la población es demócrata) y The Spartarnburg Herlad-Journal (conservador con sede en Spartanburg, Carolina del Sur, donde hay un 70 por ciento de población republicana).
Tal y como abunda en ello Seth Stephens-Davidowitz en el libro Todo el mundo miente, lo que internet y el big data puede decirnos sobre nosotros mismos:
El estudio tiene un profundo impacto en la forma en que pensamos sobre los medios de comunicación. Mucha gente, en especial los marxistas, han considerado que el periodismo estadounidense estaba controlado por ricos o corporaciones que tenían por objeto influenciar a las masas, quizá para acercarlas a sus puntos de vista políticos. (...) De hecho, los magnates de la prensa estadounidense ofrecen a las masas principalmente lo que estas quieren, a fin de enriquecerse aún más ellos mismos.
En el estudio se analizaron las palabras que se usaban en medios de izquierdas y de derechas, observando que, al menos en Estados Unidos, los medios tienden hacia la izquierda. Pero esto ocurre porque el sesgo progresista se ajusta a lo que quieren los lectores de los periódicos. El público lector medio se inclina ligeramente hacia la izquierda.
No hay una gran conspiración. Solo capitalismo. (...) Así como los supermercados descubren qué helados quiere la gente y llenan sus estantes con ellos, los periódicos descubren qué puntos de vista quiere la gente y llenan sus páginas con ellos.
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