Drogas como el LSD todavía tienen mucho que enseñarnos acerca de la forma en que funciona el cerebro, y pueden arrojar luz sobre la misteriosa interfaz entre la conciencia y la fisiología neuronal, tal y como sugiere un nuevo estudio.
La combinación de intervenciones farmacológicas con técnicas de imágenes cerebrales no invasivas, como la resonancia magnética funcional (fMRI), puede proporcionar información sobre la función cerebral normal y anormal.
LSD
En el estudio, un grupo de 20 voluntarios sanos se sometieron a escáneres cerebrales en dos sesiones separadas, con quince días de diferencia. En una de las sesiones, los participantes tomaron un placebo antes de ingresar al escáner fMRI, mientras que en la otra se les administró una dosis activa de LSD.
Al comparar los resultados de las dos sesiones, los investigadores encontraron que el LSD separa la conectividad funcional de las limitaciones de la conectividad estructural, al mismo tiempo que altera la forma en que el cerebro gestiona el acto de equilibrio entre la integración y la segregación de información. En particular, la conocida sensación de 'disolución del ego' inducida por el LSD se correlaciona con la reorganización de las redes cerebrales durante un estado de alta integración global.
El estado de conciencia alterado por la droga podría verse como un aumento anormal en la complejidad funcional del cerebro, y los datos muestran momentos en los que el cerebro revela patrones predominantemente segregados de conectividad funcional.
Según explica primer autor e investigador en neurociencia Andrea Luppi, de la Universidad de Cambridge, este estudio se enmarca en el esclarecimiento de la conectividad funcional dinámica, la teoría de que los fenómenos cerebrales demuestran estados de conectividad funcional que cambian con el tiempo, de la misma manera que nuestra corriente de conciencia es dinámica y siempre fluye.
Mientras esto tiene lugar, y el cerebro humano procesa la información, debe integrar esa información en una forma amalgamada de comprensión, pero al mismo tiempo segregar información, manteniendo distintas corrientes sensoriales separadas entre sí, para que puedan ser gestionadas por sistemas neuronales particulares.
En otras palabras, la 'disolución del ego' de un viaje psicodélico podría ser la experiencia subjetiva del cerebro aumentando su dinámica de segregación, desacoplando la estructura del cerebro de su funcionamiento, es decir, su capacidad para integrar y amalgamar flujos separados de información en un todo unificado.
Esta distinción, la dinámica de la integración y segregación del cerebro, es algo que se ve afectado por las drogas psicodélicas y, con el advenimiento de la tecnología de imágenes cerebrales, podemos observar lo que sucede cuando nuestra conectividad funcional regular se interrumpe.
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