Tengo un amigo que es el epítome de la distracción. Es tan distraído que me ha dejado plantado en más de una ocasión. Cuando vamos por la calle, yo le oriento siempre a él, y se limita a seguirme, depositando siempre toda la responsabilidad en mí (hemos probado de hacerlo al revés, pero no funciona). Y es que mi amigo sería capaz de extraviarse en su propio barrio. De hecho, juraría que una vez lo hizo. Cuando le hablo y noto una mirada su mirada penetrante (tan penetrante que parece que mira a través de mi cara), entonces sé que no se está enterando de nada de lo que le digo.
Con todo, este amigo estará contento al conocer los resultados de un estudio publicado por Journal of Neuroscience que relaciona la distracción con el tamaña de la materia gris del cerebro, concretamente del lóbulo parietal superior.
Sí, los distraídos tienen más neuronas en el lóbulo parietal superior del hemisferio izquierdo de un sujeto, en vez de tener menos.
Para Ryota Kanai, investigador del University College de Londres y coautor del estudio, es la sobrecarga lo que produce la distracción. A a medida que el cerebro madura se destruyen algunas neuronas y conexiones nerviosas, y ese proceso ayuda al control de la atención. De acuerdo con esta idea, las personas con más materia gris en la corteza cerebral serían también un poco más “infantiles” y, por tanto, un poco más distraídas. Así que mi amigo no debería ponerse tan contento si el hecho de mirar siempre las musarañas es consecuencia de tener más neuronas.
El estudio se llevó a cabo con 145 sujetos que habían rellenado previamente un cuestionario para calcular su tendencia a la distracción en la vida cotidiana. Posteriormente los voluntarios fueron sometidos a escáneres estructurales de IRM. Para comprobar si esta diferencia estructural realmente se debía a la capacidad de distracción o atención de una persona, los científicos pidieron a los voluntarios que llevaran a cabo varias tareas que contenían varias distracciones.
Vía Informe21