Los seres humanos somos criaturas supersticiosas por naturaleza. Sencillamente nuestro cerebro tiende a rellenar lagunas de ignorancia con mitos y rituales, porque no soporta la incertidumbre de no saber qué ocurre.
Y precisamente de eso trata este artículo: de incertidumbre.
Todos los acontecimientos que produzcan grandes dosis de incertidumbre, por tanto, deberán llevar acarreadas grandes dosis de mitos y rituales. Uno de los acontecimientos que más incertidumbre y falta de control produce en una sociedad moderna es la crisis económica: ¿qué pasará con nuestra hipoteca? ¿Llegaremos a final de mes? ¿Acabaremos viviendo bajo un puente? ¿Nuestros hijos podrán labrarse un futuro sin nuestro continuo apoyo?
La superstición no sólo reduce la incertidumbre sino que brinda una sensación de supremacía ante los golpes del infortunio. Tocar madera, cruzar los dedos, llevar una pata de conejo, colgar una herradura en la puerta… Vernon Padgett, de la Universidad Marshall, y Dale Jorgenson, de la Universidad Estatal de California, quisieron averiguar si realmente un fenómeno como la crisis económica incrementaba esta clase de comportamientos irracionales.
Sus conclusiones fueron publicadas en 1982 en Personality and Social Psychology Bulletin.
En el estudio comparaban el número de artículos sobre astrología, misticismo y cultos aparecidos en las revistas y periódicos más importantes de Alemania entre las dos guerras mundiales y el grado de amenaza económica cada año (recordemos que a mediados de los años 1920, Alemania vivía una inflación pavorosa, y que en 1932, la mitad de la población estaba dempleada.). Y encontraron una fuerte correlación entre ambos fenómenos.
También se contabilizaron, como control, las notas sobre jardinería y cocina. El índice de amenaza económica se calculó sobre la base de los salarios, el porcentaje de miembros de sindicatos que estuvieran desempleados y el nivel de producción industrial. Cuando la gente sufría un revés económico, aumentaba la cantidad de artículos para supersticiosos. Cuando las cosas mejoraban, esta cantidad disminuía.
Por supuesto, el miedo a la incertidumbre también produce otros ejemplos de comportamientos irracionales, como la tolerancia a regímenes autoritarios o la privación de libertades para garantizar la seguridad.
Vía | Rarología de Richard Wiseman