Regularmente aparecen en la prensa estadísticas sobre la esperanza de vida de diferentes países. La mayoría de estudios deducen que una mayor esperanza de vida está íntimamente ligada al nivel de alimentación, sanidad, higiene o ejercicio físico.
Pero esta visión suele ser demasiado amplia.
Si acercamos la visión, como si tuviéramos un microscopio social, entonces los datos pueden ofrecen resultados diferentes, y asombrosos.
Imaginad que no efectuamos un estudio sobre un país o una región sino sobre un simple pueblo situado en la parte este de Estados Unidos. E imaginad que sus habitantes tienen una esperanza de vida mayor a la de Estados Unidos, libre de enfermedades coronarias, aunque estos mismos habitantes se alimentan de forma normal, no suelen hacer ejercicio y, además, fuman como carreteros.
Este lugar existe, y se llama Roseto. Tal vez una de las agrupaciones humanas del Primer Mundo que más han llamado la atención de los investigadores de psicología y sociología. Los primeros en abrir la veda fueron John G. Bruhn y Stewart Wolf, que han publicado dos libros sobre este misterioso pueblo: The Roseto Store y The Power of Clan: The Influence of Human Relationships on Heart Disease.
Roseto de Valfortore es una villa medieval situada en Italia, al pie de los Apeninos, a unos 160 kilómetros al sureste de Roma. A finales del siglo XIX, numerosos rosetinos emigraron a Estados Unidos, cerca de una cantera de pizarra en la que podían trabajar, en Pensilvania. Con los años, los rosetinos fueron construyendo su propia comunidad, y luego su propio pueblo, creando una especie de copia exacta de Roseto de Valfortore: Roseto de Pensilvania.
A finales de la década de 1950, antes de que se conocieran los fármacos para reducir el colesterol, los infartos eran una epidemia en Estados Unidos. Suponían una de las principales causas de muerte de los varones menores de 65 años.
Un médico se fijo que en Roseto esto no ocurría. En Roseto, prácticamente nadie menor de 55 años había muerto de infarto ni mostraba síntoma alguno de afecciones cardíacas. Los varones de más de 65 años presentaban a su vez una tasa de mortalidad por enfermedades cardiovasculares un 50 % menor que la media estadounidense.
En busca del secreto de esta salud y longevidad, se empezó a escudriñar cada detalle en las costumbres de estos rosetinos inmigrantes. Cocinaban con manteca de cerdo en vez de aceite de oliva. Comían a menudo pizza con salchichas, salami, jamón y huevos. Dulces que en Italia se reservan para las fechas navidades, allí se consumían durante todo el año. Los dietistas descubrieron que un rosetino medio ingería un 41 % de grasas en su dieta habitual.
Así pues, la salud de aquellas personas no tenía nada que ver con su alimentación. Y lo más sorprendente es que tampoco tenía que ver con la cantidad de ejercicio que realizaban. Los rosetinos no solían madrugar, ni practicaban yoga, ni andaban demasiado. Y, además, muchos de ellos eran obsesos y fumaban alegremente.
Se dedujo entonces que algo así sólo podría tener una explicación genética. Tal vez todos aquellos rosetinos tenían alguna clase de mutación que los inmunizaba a muchas de las enfermedades estadounidenses.
Pero tampoco se encontró nada parecido.
¿Tenía que ver con la zona donde estaba enclavada Roseto? No existía ninguna prueba de ello. De hecho, Bangor y Nazareth, a pocos kilómetros de allí, no presentaban estas particularidades.
¿Cuál era el misterio? Lo averiguaremos en la próxima entrega de este artículo.
Vía | Fueras de serie de Malcom Gladwell