Mentir es relativamente fácil, pero también pueden pillarnos en las mentiras, pues hay algunos signos externos que las ponen al descubierto. Una solución para resultar más convincentes con nuestras mentiras es tener ganas de ir al baño, retener nuestras ganas de desalojar la orina de nuestra vejiga.
Al menos es lo que sugiere Iris Blandón-Gitlin y sus colegas de la Universidad del Estado de California.
Para llegar a esta conclusión, los investigadores someterion a un grupo de voluntarios a un cuestionario sobre temas sociales o morales controvertidos. A continuación, dividieron el grupo en dos, y 45 minutos antes de entrevistar a cada grupo, les hicieron beber 700ml de agua a uno y 50ml a otro.
Cada participante tenía que mentir sobre dos temas sobre los cuales tenían una opinión muy definida, y lo hicieron mejor los que tenían la vejiga más llena. Al parecer, esta resultado concuerda con la llamada teoría del "contagio del efecto inhibitorio”, en la que los beneficios del autocontrol en un área se extienden a otras, si ambas acciones ocurren de forma simultánea. Según Blandón-Gitlin:
Las actividades que requieren autocontrol son subjetivamente diferentes, pero en el cerebro no. No tienen un dominio específico. Cuando activas la red de control inhibitorio en un dominio, los beneficios se extienden a otras tareas.
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