Si alguien ha tenido un mal día o ha sufrido algún tipo de conflicto estresante en el trabajo o en el día a día, basta con que un buen amigo le dé un fuerte abrazo para que el estrés se reduzca, según sugiere un nuevo estudio publicado en Plos One.
Un abrazo antes de que se desahogue
Un compañero viene a desahogarse contigo: ha tenido un mal día. ¿Cómo puedes consolarle? ¿Invitándole a una cerveza? ¿Dejando que hable sobre el problema? No está mal, pero en la lista quizá habría que incluir darle un abrazo.
Es lo que sostiene Michael Murphy, un psicólogo de la Universidad Carnegie Mellon, en Pittsburgh: si las personas que reciben abrazos regularmente pueden gestionar mejor el estrés y los conflictos.
Algunos investigadores han argumentado que muchas de las conductas que utilizamos para apoyar a otras personas que están estresadas podrían ser contraproducentes porque estas conductas podrían comunicar involuntariamente que esas personas son competentes para gestionar el estrés.
Murphy y su equipo entrevistaron a 404 hombres y mujeres todas las noches durante dos semanas. Durante estas entrevistas, a los participantes se les hizo una simple pregunta de sí o no, si alguien los había abrazado ese día, y una simple pregunta de si o no sobre si habían experimentado un conflicto o tensión con alguien ese día.
También se les hicieron preguntas sobre sus interacciones sociales, cuántas interacciones sociales tuvieron ese día, y respondieron preguntas sobre estados de ánimo positivos y negativos.
Del mismo modo, cuanto más a menudo abrazaban las personas, menor era la probabilida de caer enfermo, incluso entre personas que con frecuencia tenían interacciones tensas. En otras palabras, tanto el apoyo social como los abrazos evitan el debilitamiento del sistena inmunitario.
Curiosamente, el apoyo social puede ser beneficioso tanto para el donante como para el receptor. Investigadores en UCLA escanearon los cerebros de los participantes mientras sus parejas recibían descargas eléctricas junto a ellos. Si los participantes tomaban la mano de sus compañeros durante el experimento, se activaban las regiones cerebrales asociadas con la atenuación del miedo. Este hallazgo indica que ofrecer apoyo social a través del contacto físico les permitió enfrentar mejor la experiencia estresante. Murphy sí añade esta advertencia:
Nuestros hallazgos no deben tomarse como evidencia de que las personas deberían comenzar a abrazar a cualquiera que se sienta angustiado. Un abrazo de un jefe en el trabajo o un extraño en la calle no se puede considerar consensuado ni positivo.
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