Más allá de las propias convicciones, ser vegetariano es una muestra de señalización de la virtud, por lo tanto, tal y como demostró Benoit Monin, psicólogo de la Universidad de Stanford, la simple presencia de un vegetariano, como una suerte de faro moral, puede influir en una persona omnívora.
Monin demostró así que las personas que comen carne pueden sentirse moralmente inferiores en presencia de los vegetarianos, ya que prevén que estos les acabarán haciendo algún tipo de reproche moral.
No hace falta que digan nada
Lo más sorprendente es que el simple temor al reproche, afecta al carnívoro: no es necesario que el vegetariano haga efectivo el comentario o el reproche: su simple existencia, desde el punto de vista de una persona que come carne, ya es moralmente irritante.
Por eso, mutatis mutandis, también un comedor de carne siente especial placer cuando un vegetariano es sorprendido vulnerando su código moral y se come un buen plato de chuletas, por ejemplo. Tal y como abunda en ello Richard H. Smith en Schadenfreude:
El descubrimiento de este tipo de conductas engañosas e hipócritas es un suceso gratificante. No somos tan inferiores como pretendían hacernos creer; ahora nosotros podemos asumir la postura opuesta de superioridad moral. Natural,ente, este vuelco de la situación nos hace sentir bien.
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