Las parejas afectivas parecen durar más tiempo si uno de los miembros sobreestima al otro en comparación con su propia autoevaluación. Es otras palabras: cuando uno quiere al otro más que a uno mismo. Cuanto más sobreestimamos a nuestra pareja, más tiempo nos mantenemos juntos y viceversa.
Es decir, que las mejores parejas no se mantienen en un contexto de objetividad y lógica, sino bajo efectos como la distorsión de los recuerdos o la proyección de virtudes que no son tan importantes como creemos, y que probablemente podríamos encontrar en muchas otras parejas.
Tal y como lo explica Robert Trivers en su libro La insensatez de los necios:
Es importante subrayar que en este fenómeno no es posible distinguir la causa del efecto. Puede ser que el autoengaño aumente la sensación de que la relación es satisfactoria y así la prolongue o que simplemente acompañe a otros factores causales. Ta vez el mero hecho de que la relación sea fructífera favorece el autoengaño (de tipo positivo). Las pruebas indican que la satisfacción con respecto al matrimonio decrece linealmente con el tiempo, aunque interviene en este resultado una distorsión de la memoria: recordamos más nítidamente las primeras decepciones y olvidamos los cambios positivos más recientes que las compensan. En una de las investigaciones, los dos cónyuges declararon durante dos años y medio que se sentían más complacidos con la relación, cuando no había existido ningún cambio positivo.
Imagen | Simon Daniel Photography
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