Sólo entendemos a los grupos de 150 personas (I)

A pesar de que ahora vivimos en grandes ciudades y casi todos estamos comunicados por inmensas redes sociales, esta condición es bastante reciente en nuestra historia evolutiva. Todos nosotros descendemos de individuos que convivían en grupos especialmente reducidos de personas.

Hoy en día se mantiene de una manera más o menos unánime la teoría de que el cerebro humano aumentó su volumen espectacularmente para enfrentarse a entornos sociales densos. Un individuo que perteneciera a un grupo de 5 personas, por ejemplo, se enfrenta a 10 relaciones diferentes: las que tiene con los otros 4 miembros del grupo, más las 6 relaciones que tienen lugar entre todos los pares posibles.

Conocer en profundidad a todos los miembros de un grupo implica comprender las dinámicas personales, el adaptar la propia personalidad a las de los otros, hacer que todos se sientan felices, organizarse para dedicar tiempo a los demás y la atención que nos piden, etcétera.

Pero ahora imaginemos a una persona introducida en un grupo de 20 personas. Entonces se debe enfrentar a 190 relaciones entre pares: 10 entre él y los otros miembros, y 171 con las restantes parejas posibles. Es decir, aunque el tamaño del grupo se ha quintuplicado, la cantidad de información necesaria para conocer en profundidad a los miembros del grupo se ha multiplicado por 20.

O dicho de otra manera: un pequeño aumento en el tamaño del grupo da lugar a una carga social e intelectual significativamente mayor. Por eso no es extraño comprobar que, de todos los grupos de primates, los humanos son los que forman grupos de socialización más grandes.

De hecho, se ha elaborado una ecuación para calcular cuál será el máximo tamaño posible del grupo social para cada especie concreta. Lo elaboró Dunbar, y la ecuación funciona en la mayoría de primates. Él lo llama el ratio de neocórtex (el tamaño del neocórtex, en relación con el tamaño del cerebro).

En el caso del Homo sapiens, la estimación es de 147,8 miembros.

Parece ser que la cifra 150 representa el número máximo de individuos con los que podemos mantener una auténtica relación de tipo social, ese tipo de relaciones en que basta con saber cómo se llaman los otros y de qué los conocemos. Es decir, esas personas con las que no nos da ningún apuro tomar algo en el bar si coincidimos con ellas por casualidad.

Cuando el antropólogo Robin Dunbar analizó 21 sociedades diferentes de cazadores y recolectores sobre las que hay sólida evidencia histórica, descubrió que la constante de 150 individuos se mantiene. Desde los walbiri de Australia hasta los tauade de Nueva Guinea, pasando por los ammassalik de Groenlandia y los ona de Tierra de Fuego. El número medio de miembros de cada poblado es 148,4.

¿Cómo afecta algo así a nuestra percepción de los demás? ¿Qué ocurre cuando a nuestro alrededor hay más de 150 personas? Lo veremos en la siguiente entrega de este artículo.

Vía | Anfrix

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