Aunque la creencia en Dios carece de cimientos epistemológicos serios, y que creer en Dios no dista mucho de creer en Santa Claus, tal vez la fe en sí misma pueda tener algún beneficio, sino intelectual al menos en la salud.
El efecto placebo no es más que curarse por autosugestión cuando crees estar tomando una medicina que en realidad es un producto inocuo (parte del éxito de la homeopatía es precisamente ése). ¿Podría ocurrir algo parecido con la religión?
A pesar de que la gente que está en contra de la religión o que se declara atea acostumbra enumerar las cosas negativas que ofrece la religión, como ya referí en ¿La religión es la causa de todos los males?, hoy, sin que sirva de precedente, vamos a intentar enumerar alguna de las positivas (si es que podemos considerarlas así).
Un estudio realizado en 1999, llevado a cabo por un equipo de investigadores de la Universidad de Texas, sugería una correlación entre asistencia a la iglesia y esperanza de vida: las personas que asisten a la iglesia con regularidad viven aproximadamente 7 años más que las personas que no lo hacen.
Concretamente, si vamos a la iglesia una vez por semana, viviremos 6,6 años más. Si vamos a rezar a la iglesia más de una vez por semana, entonces nuestras posibilidades aumentan hasta los 7,6 años.
Bien, quizá es un estudio un tanto débil porque, por una parte, ganamos tiempo, pero por otro lo invertimos en ir a la iglesia. Algo así como si la iglesia fuera una cámara de criogenización que evitara que pasara el tiempo. Pero lo más importante es qué datos arrojaría este estudio si, por ejemplo, se calculara el aumento de esperanza de vida de los que acuden a clases de salsa (que además hacen deporte), tal y como sugirió recientemente Robin Dunbar.
Uno de los investigadores pioneros en el campo de la salud y la fe es el doctor Harold G. Koening, del Centro Médico de la Universidad de Duke. Según Koening, el hecho de que acudir a la iglesia aumente la esperanza de vida nada tiene que ver con la existencia de Dios o el poder sobrenatural de las oraciones, sino de factores psicológicos y sociales ligados al hecho de pertenecer a una religión organizada:
Funcionarían tanto si Dios existe como si no, siempre que las personas se comporten como si existiera o creyeran que existe. (…) Es necesario realizar más investigaciones para determinar si los efectos son los mismos en la cristiandad, en el budismo, en el islamismo, en el judaísmo o en cualquier otro credo.
Koenig se define como hombre de fe y cree profundamente en el poder curativo de la fe, pues admite que a él mismo le ha servido para superar grandes obstáculos en su vida y reunir fuerzas de flaqueza cuando ya lo creía todo perdido.
Pero también admite que esta clase de plus de supervivencia que ofrece la fe funciona mejor en individuos más vulnerables desde el punto de vista emocional y con menor cantidad recursos para hacer frente a los problemas.
Hay personas dotadas genéticamente con más fuerza de voluntad o con mayor capacidad de recuperación:
las creencias religiosas ayudan a todo el mundo, pero son especialmente valiosas para aquellas personas que se encuentran en el extremo más débil.
Vía | El club de los supervivientes de Ben Sherwood