Las mayorías de las decisiones las tomamos automáticamente. Incluso introducir la papeleta en las elecciones tiene más de emocional e inercial que de reflexión.
En lo tocante a la alimentación, ni siquiera nos damos cuenta de que podemos estar tomando una decisión, lo explicaría también por qué fracasan tan a menudo las dietas.
Decisiones en 24 horas
Sin ser conscientes de qué lo motiva o sin reflexionar a fondo es cómo decidimos tomar decisiones al alimentarnos. Pero muchas veces ni siquiera sonos conscientes de que tomamos decisiones.
Eso es lo que reveló un estudio en el que se solicitó a los particiantes que respondieran a cuántas decisiones relativas a la comida tomaban al día. Su respuesta, como media, fue catorce decisiones.
Sin embargo, cuando las mismas personas pudieron seguir atentamente las decisiones que tomaban, entonces la media ascendio a 227.
Tal y como abunda en ello Kelly McGonigal en su libro Autocontrol:
Eran consciente de haber tomado más de 200 decisiones y esta cantidad no es más que la que tiene que ver con la comida. ¿Cómo vas a controlarte si ni siquiera eres consciente de lo que necesitar controlar?
La segunda parte del estudio analizó 749 comentarios informativos de estudios de campo controlados. Si bien las personas comieron en exceso un 31% más de alimentos como resultado de haber recibido una señal ambiental exagerada (tazón grande, cuchara grande, etc.), el 52% negó haber comido más y el 45% lo atribuyó a otras razones (como el hambre).
Estos estudios subrayan dos puntos clave: primero, somos conscientes de solo una fracción de las decisiones alimentarias que tomamos. Segundo, no somos conscientes de cómo nuestro entorno influye en estas decisiones o no estamos dispuestos a reconocerlo.
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