La hegemonía intelectual, universitaria y mediática procede de la Revolución francesa, fue desangrada de ciencia y progreso tecnológico en el Mayo del 69 y ha sido banalizada y convertida en papilla digerible en el siglo XXI usando como turmix tres cuchillas:
Tres claves
- Evitar ideas que hacen daño porque se considera que hay ideas que jamás pueden debatirse. En ese sentido, últimamente la izquierda está empezando a censurar más en la universidad que la derecha.
- Confiar en las emociones o la emocracia política porque lo importante es si te sientes víctimas, te duele o te parece aberrante, bonito o vibrante.
- Proponer que la vida es un conflicto entre buenos y malos, entre Ellos / Nosotros. De hecho, en época de COVID nos estamos polarizando más que nunca.
Estas tres cuchillas han triturado los matices y proceden, fundamentalmente, del populismo, las ciencias sociales más blandas y el activismo moral/reputacional que deriva el oclocracia, así como de las pseduciencias, el exotismo de las culturas tradicionales/orientales, el ludismo, el constructivismo social, el relativismo epistemológico, la negación de la naturaleza humana (que somos monos sin pelo, vaya), así como popularísimas las versiones posmodernas y 2.0 del ecologismo, el feminismo y el tribalismo.
Al menos, en aras de combatir este pesimismo agorero, conviene recordar que siempre hemos estado más o menos igual de mal y que, ahora, al menos, porcentualmente hay más gente que puede salvarnos, tal y como os indico en el siguiente vídeo:
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