Parece que la mera presencia de armas puede aumentar la agresión, propiciando pensamientos agresivos.
Pero no siempre es así. Depende del contexto. Y de la razón por la cual alguien está portando un arma.
Atletas olímpicos
En un estudio realizado por el departamento de psicología de la Universidad Estatal de Ohio en 2017 se probó, por ejemplo, que los participantes que vieron fotos de criminales, soldados, policías con equipo militar o policías con equipo regular con armas de fuego generaron pensamientos agresivos.
Sin embargo, imágenes de atletas olímpicos con armas usadas para disparar a objetivos inanimados no despertaron estos pensamientos.
La accesibilidad de los pensamientos agresivos se midió mediante una tarea de fragmentos de palabras (por ejemplo, KI_ _ se puede completar como KILL o KISS).
Esta investigación probó la solidez del efecto de las armas utilizando dos grandes muestras representativas de adultos estadounidenses, con un total de 1.097.
Afortunadamente, la tendencia a adquirir armas está descendiendo. Es decir, que cuanto más joven es una persona, menor es la probabilidad de que posea armas. Las armas no solo son de pocas personas, sino que esas personas son mayores de cuarenta años. Según sexos y etnias: el 48% de los hombres blancos en Estados Unidos tienen un arma. En cuanto a mujeres blancas, el 24%. El 24% de los hombres no blancos tienen armas, y el 16% de las mujeres no blancas. En cuanto a la educación, a menor educación académica, mayor es la probabilidad de tener un arma.
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