"Antanas Mockus no trata de ser diferente. Es diferente", dijo de él el académico noruego Jon Elster. Y tiene razón. Gracias a sus extravagantes medidas, cambió radicalmente algunas de las características de Bogotá, Colombia: podéis leer algunas de ellas en La Ley Zanahoria y otras cosas que cambiaron Bogotá (y el mundo) gracias a un hombre con una pistola de plástico.
Hijo de padres lituanos, llegados a Colombia tras la segunda guerra mundial, niño prodigio formado en el Liceo francés y en la Universidad de Dijon. Todos estos cambios los llevó a cabo Mockus desde su puesto en la alcaldía de Bogotá, a la que llegó en 1995.
En la capital colombiana puso en práctica, entre 1995-1998 y 2001-2003, sus teorías pedagógicas para modificar el comportamiento ciudadano, ya fuera en el ahorro de agua, la basura o la responsabilidad fiscal.
Sus excentricidades, sus referencias a Kant y su derroche de pensamiento positivo gustan a la clase ilustrada o a los académicos extranjeros, pero al mismo tiempo lo alejan de las clases populares.
Algunas de sus estrategias
De paso, los mimos también ayudaban a los ancianos a cruzar las calles y sugerían que la basura no se arrojara a la calle. Eran como policías divertidos, un espectáculo que el ciudadano ya no asociaba a la autoridad. El resultado fue asombroso: en 1996, el 76 % de los conductores y el 72 % de los peatones respetaron la cebra.
Aquí podéis leer más de sus extravagantes estrategias.
Estas medidas pudieran parecer un poco tontas, pero lo cierto es que el contexto de una ciudad puede cambiar radicalmente el comportamiento de la gente, incluso en un corto espacio de tiempo. Un poco como lo que sucede con la "teoría de las ventanas rotas".
¿Acaso no os preguntáis por qué en determinados países nórdicos hay mayor tasa de civismo y aquí, en España, el mobiliario público acaba pareciendo el escenario de una película posnuclear? ¿Mejor educación? ¿Otros genes? ¿El clima? Entonces, ¿por qué muchos turistas de esos países parecen desmadrarse en España y dejan de respetar el mobiliario público? Una posible línea de investigación es el de las "ventanas rotas".
Es decir: la gente cuida el entorno y es en resumidas cuentas es más cívica, en gran parte, porque el entorno está cuidado, como un pez que se muerde la cola. En un ambiente caos, deterioro y suciedad, las personas tienden a ser más incívicas, más caóticas, y también a cometer más acciones vandálicas o incluso delictivas: si nadie arregla con premura mi entorno, si nadie vigila, si nadie se preocupa… hacemos más “trampas”
Vía | Innovadores Americanos.org
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