La última retahíla de excentricidades de Newton las enumera Martin Gardner:
A Newton no le interesaban ni la música ni el arte, y en cierta ocasión describió despectivamente la poesía como “disparates ingeniosos”. Nunca hizo ejercicio, no tenía aficiones recreativas ni interés por los juegos, y estaba tan obsesionado con su trabajo que muchas veces se olvidaba de comer o comía de pie para ganar tiempo. Tenía pocos amigos, e incluso con ellos se mostraba con frecuencia pendenciero y rencoroso. En una de sus cartas a John Locke, su mejor amigo entre los filósofos británicos, le decía: “Siendo de la opinión de que siempre intentas embrollarme con tus lamentaciones y por otros medios, me sentía tan afectado por ello que cuando alguien me dijo que estabas enfermo y no vivirías, le respondí que mejor estarías muerto. Deseo que me perdones por esta falta de caridad.
Los manuscritos de Newton fueron adquiridos principalmente por el economista John Maynard Keynes en 1936 en una subasta de Sothesby´s.
Tras leerlos, pronunció una conferencia sobre Newton en 1947 en la que expresó que los conocimientos del científico en temas de alquimia le parecían “totalmente desprovistos de valor científico”. Los instintos más profundos de Newton eran “ocultistas, esotéricos, con un intenso rechazo del mundo”.
Visto lo visto, quizá Newton no fuera el primero y más grande de los científicos de la era moderna. Tal vez no era un racionalista que nos enseñara a pensar siguiendo las directrices de la razón fría y objetiva.
Quizás, Newton, en realidad, fue el último de los magos atrapado en la realidad sociocultural de los que empezaron a construir nuestro legado intelectual hace bastante menos de 10.000 años.
Vía | ¿Tenían ombligo Adán y Eva? de Martin Gardner