PA-TA-TA… O MER-CU-RIO
Es lo que deberíamos decir cada vez que nos echan una fotografía. En vez de pronunciar histriónicamente la palabra patata, deberíamos decir mercurio.
Y es que Louis Jacques Mandé Daguerre (1789-1851) buscaba una manera más nítida de hacer fotografías. Para ello trabajó durante años en un sistema para lograr que la luz incidiera sobre una suspensión de sales de plata, de manera que la oscureciera selectivamente y produjera un duplicado de alguna escena.
Aunque probó muchos métodos, no dio con ninguno. Hasta que un día guardó una de las placas en un armario. La placa sólo mostraba una imagen débil, así que podría darle otro uso más. Pero cual fue su sorpresa cuando fue a coger de nuevo la placa.
En su superficie aparecía una imagen muy nítida.
Daguerre concluyó que el milagro era obra de alguno de los productos que también había en el armario. Pero ¿cuál? Uno a uno, los fue probando todos. Hasta que encontró unas gotas de mercurio sobre el estante, procedentes de un termómetro roto.
El vapor de mercurio era el responsable de la nitidez de la imagen.
BLASFEMANDO EN LA IGLESIA
A veces, no ser demasiado respetuoso con las iglesias tiene sus ventajas. Por ejemplo, cuando al fin se empezaron a instalar los primeros pararrayos en sus tejados a pesar de la creencia de que los rayos los dirigía Dios: como las iglesias fueron los últimos edificios en estar provistos de este invento, todos los rayos caían en las iglesias, con lo cual se deducía que Dios era un bromista o que realmente los rayos nada tenían que ver con su intervención.
En otra ocasión, a otra persona le dio por medir las concentraciones que emitían los puñados de velas que se encendían todo el día en las iglesias. Descubrió que había que cambiar el método, quizá poniendo velas eléctricas, pues aquellas emanaciones eran más perjudiciales para la salud que estar toda la noche en un bar de fumadores o en una timba ilegal.
Otro que dio sopas con honda a la iglesia fue Galileo Galilei. Un día en la iglesia, en vez de ponerse a rezar como todos, estuvo observando distraídamente una lámpara colgada del techo. Lo cual le permitió deducir las leyes del movimiento pendular.