Cómo este elemento descubierto en Transilvania hace que nuestro cuerpo huela a ajo durante muchos días

Si tuviéramos que internarnos en los aposentos del conde Drácula, quizá más eficaz que colgarse una ristra de ajos del cuello sería entrar en contacto con el telurio, un elemento químico descubierto en 1782 en minerales de oro por Franz-Joseph Müller von Reichenstein, inspector jefe de minas en Transilvania (Rumanía).

Casualmente, este elemento descubierto en Transilvania tiene la particularidad de que puede hacernos atufar a ajo durante horas, días e incluso meses.

Telurio

Basta con que lo ingiramos o lo inhalemos en forma de polvo para que este metaloide que no tiene ningún olor en concreto sea metabolizado por nuestro cuerpo y se convierta entonces en dimetil telurio, un compuesto orgánico volátil que se caracteriza por tener un fuerte olor a ajo, tal y como explica Jordi Pereyra en su libro Respuestas sorprendentes a preguntas cotidianas:

Por tanto, si ingerimos o inhalamos telurio, exudaremos dimetil telurio a través de la piel o del aliento y nuestro olor corporal empeorará bastante... y lo peor de todo es que este síntoma tan desagradable se puede prolongar durante meses incluso aunque la dosis de telurio absorbida sea muy pequeña.

William Reisert, es un médico que en mayo de 1883 tomó tres dosis de cinco miligramos de óxido de telurio para comprobar hasta qué punto era capaz de conferirle el superpoder de oler a ajo a todas horas, y así describe la experiencia:

Quince minutos después de la primera dosis, el aliento tenía un fuerte olor similar al ajo, y, tras una hora, se observó un sabor metálico. Una hora después de la segunda dosis, la orina y el sudor también adoptaron un olor a ajo, que además se empezó a observar en las heces el 12 de mayo. El sabor metálico fue experimentado durante 72 horas, y el olor a ajo duró 382 horas en la orina, 452 horas en el sudor, 79 días en las heces, y en el aliento aún estaba presente, aunque de manera muy tenue, después de 237 días.

En abril de 2017 se publicó el hallazgo del mayor yacimiento de telurio del mundo, en aguas de las Islas Canarias (España), en los montes submarinos situados dentro de las aguas canarias llamadas "las abuelas de Canarias" (Drago, Bimbache, Ico, Pelicar, Malpaso, Tortuga e Infinito y Las Abuelas).

Se calcula que el yacimiento tiene un total de unas 2670 toneladas de Telurio, unas 50.000 veces más que el hallazgo más grande encontrado hasta ahora.

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