El ácido más ácido de todos los ácidos

Todos tenemos grabados en la retina aquella escena de la película Alien en la que descubrimos que el extraterrestre tiene ácido en vez de sangre corriendo por sus venas: basta con herirlo de algún modo para que su sangre ácida nos salpique y nos empiece a disolverla carne, y luego las salpicaduras continuarán disolviendo el suelo de metal que pisamos, y llegarán al piso inferior, donde también continuarán disolviendo todo lo que se ponga a su paso.

¿Existe algo parecido en nuestro mundo?

Lo cierto es que no, pero casi.

El ácido más temido de uso corriente en los laboratorios es el ácido fluorhídrico (HF), que se utiliza para limpiar metales. Las soluciones de HF son transparentes e incoloras con una densidad similar a la del agua. La propiedad más extensamente conocida del HF es la de atacar el vidrio. También atacará esmaltes, cemento, caucho, cuero, metales (especialmente el hierro), y compuestos orgánicos.

En un accidente, a un técnico de laboratorio le cayó en el muslo una tacita llena de HF y, a pesar de que se metió inmediatamente en agua y de que lo llevaron corriendo al hospital, perdió la pierna. Y aun así, la reacción del HF con el calcio de los huesos prosiguió hasta 15 días después.

Resulta curioso que, a pesar de su acción feroz sobre los metales y el tejido vivo, el HF pueda almacenarse en botellas de plástico de ciertas clases.

Existen ácidos todavía más corrosivos, de uno especializado. Al mezclar varias de estas sustancias, los científicos han creado una mezcla de pentafluoruro de antimonio, de ácido fluorosulfónico y de óxido de azufre, cuya acidez es mayor que la de ningún otro compuesto conocido.

Vía | ¿Por qué la araña no se queda pegada a la tela? de Robert Matthews
Más información | Universidad Politécnica de Valencia

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