Muchos consideran el chocolate un sustituto del amor por sus propiedades afrodisíacas. Sin embargo, como en muchas creencias populares relacionadas con los alimentos, hay mucho que puntualizar.
Hace más de 2.000 años, el pueblo olmeca, que vivía en una región del actual México, aprendió a elaborar una bebida que alteraba la mente a partir de las bayas de una planta: el cacao. Los aztecas, que vivieran cerca pero siglos más tarde, asociaban esa bebida, el chocolate, con su diosa de la fertilidad. Se dice que el emperador azteca Moctezuma II bebía nada menos que 50 tazas de chocolate al día en un intento de mantener su vigor sexual.
El chocolate sólido no circuló entre el gran público hasta 1847. Sin embargo, ¿qué hay de cierto es la mitología que se había generado alrededor de él?
El chocolate es una mezcla compleja de compuestos químicos. Para los que no se permitan un café por su contenido en cafeína, por ejemplo, que sepan que el chocolate también contiene una dosis de cafeína, aunque sensiblemente menor. Hace poco, los investigadores también han descubierto que contiene feniletilamina: para resumir, una sustancia “del buen rollo” con concomitancias con la anfetamina.
En experimentos de laboratorio, los animales se vuelven locos con esta sustancia y se comportan como si estuvieran en pleno cortejo. Sin embargo, en los humanos parece surtir menos efecto. Puede que nos sintamos más atentos, pero atento no significa necesariamente excitado.
El chocolate también contiene triptofano, un aminoácido que produce en el cerebro otra sustancia placentera, la serotonina. Lamentablemente, al cerebro llega muy poco triptofano del chocolate, así que es probable que no ejerza ningún efecto real.
El compuesto más intrigante del chocolate es la anandamina, que debe su nombre a la palabra sánscrita para “dicha”. Esta sustancia es un neurotransmisor: una sustancia química dedicada a la comunicación entre neuronas. Actúa sobre las mismas zonas cerebrales que el THC, el componente activo del cannabis. Sin embargo, haría falta comerse unos 25 kilos de chocolate para conseguir el mismo efecto que con un solo porro.
En conclusión, podemos de momento descartar con bastante seguridad que el chocolate tenga propiedades afrodisíacas, aunque lo cultural obra como una influencia tan poderosa que estoy convencido que, a modo de placebo, muchas personas seguirán experimentando un subidón en cuanto prueben un poco de chocolate.
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