En busca del color rojo, y de cómo un grupo de personas, incentivado por premiums, logró encontrarlo

El rojo es un color fascinante. Por ejemplo, el compuesto que da el color rojo a la manzana, la antocianina, es el mismo que produce el color rojo en rosas, petunias y otras flores. Después de escudriñar las estadísticas de los combates de los Juegos Olímpicos de Atenas de 2004, descubrieron que vestir de color rojo aumenta las probabilidades de ganar.

Al parecer, las huchas petitorias rojas recaudan más dinero: quizá porque provocaba una sensación de urgencia.

Pero lo fascinante del rojo es la razón por la cual se convirtió en un color para minorías acaudaladas, y cómo la ciencia cambió eso para siempre.

El arbusto de raíces rojas

Vulgarmente conocido como rubia roja, el arbusto Rubia tinctorum, produce unas bayas pequeñas de color rojo oscuro. Aunque lo verdaderamente interesante está en sus raíces, bajo tierra: de un metro de largo, tienen un compuesto molecular llamado aizarina, que absorbe las longitudes de onda azul y verde de la luz, tal y como explica Steven Johnson en Futuro perfecto:

Por lo menos desde los tiempos de los faraones egipcios, las raíces d la rubia roja han servido para fabricar llamativos tintes de color rojo. A lo largo de los siglos, los tintoreros de origen indio y turco fueron refinando una compleja técnica que combinaba las raíces de la rubia con sangre de becerro y excrementos de oveja, entre otras muchas sustancias, para crear un tono brillante que llegó a ser conocido como rojo turco. Hacia el año 1700, los artesanos europeos empezaron a copiar la técnica, y en los Países Bajos la rubia se cultivaba en abundancia.

Como es obvio, solo las personas más pudientes podían acceder a las telas teñidas de rojo turco, sobre todo entre la población británica del siglo XVIII, porque en los campos de inglaterra no había suficiente Rubia tinctorum disponible. Pero Gran Bretaña también era uno de los epicentros de la ciencia mundial, así que ese problema no tardó en abordarse: el 22 de marzo de 1754, un grupo de hombres se reunió en el Rawthmell´s Coffe-house de Covent Garden.

Once personas, entre los que había naturalistas y comerciantes, relojeros y comerciantes, todos a una, en busca de una solución para la escasez de rojo turco, que no permitía satisfacer la disparatada demanda.

Premium

Lo más llamativo de este grupo heterodoxo de personas no era que pretendieran resolver un problema científico y técnico desde un punto de vista disciplinar, sino que el creador del grupo, el profesor de dibujo e inventor aficionado William Shipley, ofrecieran recompensas (llamadas premiums) para ecnontrar soluciones a éste y a futuros problemas urgentes identificados por el propio grupo.

Se autodenominaron Sociedad para la Promoción de las Artes, la Producción y el Comercio en Gran Bretaña, aunque también era conocida como la Premium Society.

En esta primera reunión, se ofrecieron dos premios o premiums: para quien descubriera mineral de cobalto en el país, a fin de facilitar la producción de tintes azules, y la mejora en el cultivo de rubia en territorio británico.

Los premios tenían una garantía de treinta y ocho guineas proporcionadas por los primeros suscriptores, entre ellos el conde de Shaftesbury, y pocas semanas después de aquella primera reunión se publicó un anuncio informando de los premios al público general. Todo aquel que demostrara que había cultivado rubia en sus terrenos obtendría cinco libras por cada acre de tierra cultivada.

Simplemente pagando a la gente por la creación de azul y rojo, Gran Bretaña tuvo acceso a estos colores sin la necesidad de desembolsar grandes sumas de dinero para que, por ejemplo, el rojo turco llegara en barcos desde Flandes.

Esta innovación pudiera parecer elemental, pero la Royal Society of Arts, empleando el mismo modus operandi, logró miles de innovaciones: ruecas para hilar, telégrafos mecánicos, tejido de brocado, construcciones navales, etc. Siempre en grupo. Siempre multidisciplinar. Siempre incentivando con premiums las mejores ideas que, a la larga, costarían menos dinero a todo el mundo.

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