A todos nos gustaría encontrar una comida que no nos aportara calorías. Pero ¿es una búsqueda vana? ¿Qué son los alimentos de calorías negativas?
El valor calorífico de un alimento es la medida de su contenido energético, y una parte fundamental de ello depende de las cifras relativas que contiene de átomos de carbono, hidrógeno y oxígeno.
Para que un alimento sea una fuente de calorías negativas debe proporcionar menos calorías de las que se necesitan para comerlo. Como no hay alimentos con cero calorías, una opción sería consumir alimentos que nunca liberasen energía porque el cuerpo no puede descomponerlo.
Por ejemplo, la celulosa. Se compone de carbohidratos de alto contenido energético, pero en una forma que los seres humanos han perdido la capacidad de digerir, por lo que nos pasa por el cuerpo sin aportarnos calorías.
Por esa razón, vegetales como el apio y la col tienen un recuento tan bajo de calorías (entre 20 y 30 calorías): porque están llenos de energía, pero en su mayor parte en una forma que los humanos no pueden descomponer ni utilizar.
Esta clase de alimentos podrían convertirse en alimentos de calorías negativas sin la energía necesaria para digerirlos excediera la cantidad que aportaran. Por ejemplo, al masticar y digerir una rama de apio, quizá consiguiéramos gastar más energía de la que recibimos. Ciertos experimentos sugieren que la digestión de una comida vegetariana quema entre 50 y 60 kilocalorías.
O imaginad una bebida Light fría. Una vez consumida la lata, necesitamos alrededor de 10 kilocalorías para calentarlo a la temperatura del cuerpo. Dado que la bebida fría tendría alrededor de 3 kilocalorías, el aporte sería de 7 kilocalorías negativas.
Pero antes de os pongáis contentos, ahora viene la mala noticia: la cantidad de calorías negativas que podemos consumir al día de una manera razonable no llega a unas pocas decenas, y para quemar medio kilo de grasa necesitamos unas 3.000 kilocalorías.
O dicho de una manera más tajante: puede que existan alimentos con un valor calórico negativo, pero resultan completamente irrelevantes a la hora de mantener la línea.
Vía | ¿Por qué la araña no se queda pegada a la tela? de Robert Matthews