La lluvia 'de sangre" de Kerala

En Kerala, la India, hace poco se dio una de las lluvias rojas más intensas y controvertidas de las que se tiene constancia. Entre los meses de julio y septiembre de 2001 fue cuando acaeció el fenómeno y todavía los científicos no han conseguido averiguar cuál ha sido el origen. Durante esos dos meses, del cielo se precipito de forma intermitente una lluvia roja y espesa, como la sangre.

La lluvia, pues, manchaba la ropa y marchitaba las hojas de algunas plantas. Y en algunos casos, cuando la gente la recolectaba en cubos, llegaba a ser de un intenso rojo sangre. Después de esta lluvia, muchos se sentirían como Patrick Bateman, el protagonista de American Psyco, tras de una noche agitada. Sin embargo, matemáticamente no tiene mucho sentido pensar que se trate de sangre humana, pues sería necesario que un gran porcentaje de la población mundial se quedara sin ella y no hay suficientes cadáveres para conseguirlo.

Un hombre adulto medio tiene unos 5 litros de sangre. La mujer adulta un poco menos. Y los niños, bastante menos. Así, si calculamos que en promedio cada uno de los 5 mil millones de habitantes de la Tierra (permitidme el ajuste, ahora somos bastantes más) tiene unos 4 litros de sangre, llegamos a la conclusión de que hay unos 20 mil millones de litros de sangre humana. Como en cada metro cúbico caben 1.000 litros, hay aproximadamente 20.000.000 de metros cúbicos de sangre. La raíz cúbica de tal resultado es 270.

Por lo tanto, toda la sangre humana cabría en un cubo de unos 270 metros de largo. Si tenemos en cuenta que el área de Central Park de Nueva York es de 334 hectáreas, esto es, unos 3,34 kilómetros cuadrados, basta con rodearlo con una pared para que contenga tal volumen de sangre. Y la sangre sólo alcanzaría unos 6 metros de altura. Así pues, por mucha sangre que hubiera podido evaporarse, nunca hubiese sido suficiente como para originar una lluvia de tal magnitud sobre Kerala.

Entonces, si no es sangre humana, ¿qué es?

La primera hipótesis que se propuso es que la lluvia de Kerala se hubiera tintado con arena del desierto arábigo. Pero esta idea se descartó pronto. Más tarde, se ha propuesto que tal vez se trate de la expulsión terrestre de algas u hongos en forma de esporas o células, que se habrían ido acumulando en la estratosfera hasta precipitarse en forma de gotas de lluvia.

En concreto declararon que se trataban de esporas de Trentepohlia, un tipo de alga formadora de líquenes. La teoría tiene sustento porque se basa en el mismo efecto que produce las lluvias de ranas o peces: tornados o pequeños ciclones que elevan hasta las nubes pequeñas charcas y todo su contenido. Pero este supuesto también tiene algunos puntos flacos. En primer lugar, la lluvia duró dos meses y sólo se localizó en la comarca Kerala, cuando lo natural hubiera sido que el chubasco se hubiese desplazado por la geografía en todo ese tiempo. Su localización normalmente se daba sobre un área que iba de menos de un kilómetro cuadrado a unos pocos kilómetros.

Mientras llovía en una tonalidad intensamente roja en un lugar, unos pocos metros más lejos no había lluvia roja. La media de duración de cada una de esas lluvias rojas iba desde unos pocos minutos hasta los 20 minutos. En segundo lugar, se estima que de esta lluvia sangrienta cayeron aproximadamente 50 toneladas, lo cual supone una masa muy grande de partículas para ser absorbidas por un pequeño ciclón, pues de ciclones grandes no se tiene constancia en aquellas fechas. En tercer lugar, una vez analizada esta lluvia roja no se ha encontrado ADN, y da la casualidad de que sólo los eritrocitos (la sangre humana) carecen de ADN.

También se especula que tal vez la lluvia carmesí provenga del espacio exterior. Puede que sea el material arrastrado por la cola de algún cometa. O el interior de algún meteorito que se desintegró en la atmósfera. La lluvia roja comenzó en Kerala después de que se produjera una explosión de meteorito en el aire, lo cual ocurrió el 25 de julio del 2001 cerca de Changanacherry en el distrito de Kottayam. Esta explosión aérea fue evidenciada por muchas personas que escucharon un ruido estruendoso durante las primeras horas de aquel día. Es decir, que cabe la posibilidad de que estas partículas sean extraterrestres.

En 2003, dos físicos de la Universidad Mahatma Gandhi de Kottayam publicaron un artículo de lo más heterodoxo según el cual aseguraban haber demostrado esta hipótesis. Por si todo esto fuera poco, Godfrey Louis y A. Santhosh Kumar han descubierto que la longitud de onda la fluorescencia de esta sustancia roja caída del cielo varía en función de la estimulación que reciben. Esta peculiaridad no se da en ningún otro organismo conocido. De hecho, me recuerdan a esos mocos rosas que aparecen en la segunda entrega de Los Cazafantasmas, que se reproducían, agitaban y originaban catástrofes alimentándose de los malos sentimientos y la mala baba de los ciudadanos de Nueva York.

Bajo el microscopio, las partículas parecen células biológicas. Tienen abundante presencia de carbono y oxígeno, e incluso aminoácidos, moléculas de origen exclusivamente biológico. Parecen organismos unicelulares y miden de entre 4 a 10 milésimas de milímetro de espesor, un poco más grande que una bacteria normal. Con un aumento bajo, las partículas parecen cuentas de cristal lisas de color rojo. Con un aumento mayor (1000x) se pueden ver las diferencias en tamaño y forma, que van de lo esférico hasta lo elipsoidal y ligeramente alargado. Como cosa curiosa, pueden sobrevivir a temperaturas de 300 grados centígrados. Pero al no poseer ADN, se sospecha que tal vez sean células alternativas a las que conocemos en la Tierra.

Células que se hubieran podido producir en el interior de grandes cometas, que son cuerpos celestes compuestos básicamente de agua congelada y polvo. Según la teoría de la panspermia, la vida en la Tierra surgió a causa de la caída de un gran cometa repleto de células, que de algún modo abonó un mundo en principio estéril de vida potencial; como una lluvia de semillas. La idea suena un tanto descabellada, pero ha sido aceptada por científicos de talla internacional y publicada en algunas reputadas revistas científicas. Otro grupo de científicos se afinca en el escepticismo, arguyendo que las afirmaciones extraordinarias requieren de pruebas extraordinarias. Así pues, la controversia con la lluvia escarlata de Kerala continúa a día de hoy.

Aunque, probablemente, su secreto sea similar al que esconde el color rosado del lago Hillier, en el archipiélago de Recherche, Australia. Un lago de aguas de un intenso color rosa, como surgido del mundo de los Osos Amorosos o Mi pequeño Pony, descubierto por un navegador británico en 1802.

Tampoco se ha establecido con precisión la razón de que el agua adquiera este color pastel, pero la teoría dominante, como en la lluvia de Kerala, es también la concentración particular de nutrientes, bacterias y algas.

Como también le sucede al agua roja y salobre del lago de 800 kilómetros cuadrados situado en el valle del Rift, en Tanzania. El lago Natron parece un contenedor de sangre debido a la proliferación de algas; color rojizo al que hay que añadir una espuma blanca y lechosa, casi como nata, producto de la sosa que se acumula en las orillas del lago, surgida de las profundidades de la tierra a través de géiseres. Una visita obligada para los turistas aficionados a los safaris que se pueden llevar a cabo en la región, para, literalmente, ver a la tierra sangrar tal y como si fuera un animal vivo.

Vía | Ciencia Kanija

Portada de Xataka Ciencia