En la tabla periódica hay 118 elementos, de los cuales, 30, se pueden comprar en tiendas, como el helio o el hierro. Otros 12 se pueden obtener desmontando objetos cotidianos, como una pequeña muestra de americio en un detector de humo.
En la parte inferior de la tabla periódica hay una gran cantidad de elementos raros llamados elementos transuránicos. Durante mucho tiempo, muchos de ellos tuvieron nombres de referencia como unununio, aunque poco a poco se les ha ido asignando nombres definitivos.
La mayoría de estos elementos no existen de forma permanente y se generan en aceleradores de partículas. Muchos duran apenas unos pocos minutos antes de desaparecer. Por ejemplo, si tenemos 100.000 átomos de livermorio (elemento 116), transcurrido un segundo solo nos quedaría 1 átomo. Y más tarde, nada.
4 nuevos hallazgos
Por eso es posible que, en una fecha tan reciente como 2014, se confirmara oficialmente la existencia de un nuevo elemento de la tabla periódica. Se bautizó como ununseptio y se ha convertido así en el elemento número 117. Es también el segundo elemento más pesado del mundo, un 40% más que el plomo.
El ununseptio ha sido sintetizado por un grupo de físicos del centro de investigación sobre iones pesados de Alemana GSI, en Darmstadt, empleando un acelerador lineal. Si bien en el año 2010 ya había sido sintetizado por investigadores rusos y norteamericanos de la Universidad de Dubna, cerca de Moscú, para ser reconocido e incorporado a la tabla periódica la Unión Internacional de Química Pura y Aplicada (IUPAC) se exige que el nuevo elemento sea sintetizado, como mínimo, en dos laboratorios independientes.
Para sintetizar en esta última ocasión el ununseptio se hizo colisionar núcleos de calcio-48 contra berkelio-249. Al fusionarse ambos núcleos se obtiene el elemento 117. Se encuentra en la penúltima columna de la tabla periódica, junto a los halógenos (flúor, cloro, bromo, yodo y astato).
Luego llegó elemento número 118, el ununoctio, también llamado eka-radón. En 1999, investigadores del laboratorio Lawrece Berkeley creyeron haberlo encontrado. Más tarde, investigadores japoneses y alemanes no lograron reproducir el experimento, y uno de los quinces científicos de Berkeley que formaban parte del proyecto tuvo que admitir que se había inventado los datos iniciales. Así que el ununoctio se detectó por primera vez (ésta vez de verdad) en 2002, pero la segunda vez, en 2006, no resulta convincente del todo para la IUPAC, así que aún no se pudo incorporar a la tabla periódica.
La razón de que el elemento sea tan elusivo es que resulta muy radiactivo e inestable. El ununoctio está en la misma columna que los gases nobles (helio, neón, argón, criptón, xenón y radón), pero no se sabe aún si es un gas noble: quizá pueda ser un sólido bajo condiciones normales de presión y temperatura. Lo más interesante es que el ununoctio es más pesado aún que el copernicio.
Finalmente, el 30 de diciembre de 2015, la IUPAC anunció la verificación del oganesón. El nuevo elemento fue así llamado en español (con la terminación –ón tónica) siguiendo el criterio ortográfico de denominación de los gases nobles (neón, xenón…). Fue nombrado así en honor al físico ruso, Yuri Oganesián.
En total, pues, tenemos varios elementos nuevos aunque efímeros: el elemento 113, conocido también como «ununtrium», que, junto al 115 («ununpentium»), 117 («ununseptium») y 118 («ununoctium»), conforman los cuatro elementos descubiertos en años anteriores e incorporados a la tabla periódica a partir del 30 de diciembre de 2015.
El 113 pasaría a llamarse nihonio, que significa «la tierra del sol naciente», y tendría el símbolo (Nh). El 115 se llamaría moscovio (Mc) y el 117, tenesina (Ts). Por último, el elemento 118, como ya se ha dicho, se llama oganesón (Og).
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