Una vez muertos, las personas no se convierten en cadáveres estáticos. No se trata de que sus uñas o su pelo sigan creciendo (esto es un mito propagado porque, al secarse, la carne se retrae y deja más a la vista las uñas y el cabello, dando la impresión de que ha crecido), sino que se trata de todo el cuerpo se desplaza de forma significativa.
El proceso de descomposición podría ser responsable de los movimientos: a medida que el cuerpo momifica, los ligamentos se secan y hacen que las partes se muevan, tal y como sugiere un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores australianos.
Cámara timelapse
Antes de que existieran los microscopios para los microbios, ya hubo algunas personas que intuyeron su existencia, como el autor romano Marco Terencio Varrón, que en el 36 a. C. creía en la existencia de pequeños organismos invisibles: «se crían ciertas criaturas diminutas que los ojos no pueden ver, que flotan en el aire y entran en el cuerpo por la boca y la nariz y allí causan graves enfermedades». Cuando por fin se descubrieron estas criaturas invisibles para el ojo humano, se esclarecieron así los motivos reales de que los alimentos se deterioraran con el tiempo, que las heridas supuraran, que los cadáveres se pudrieran o que se produjeran enfermedades infecciosas.
Los cadáveres humanos se mueven significativamente a medida que se descomponen, según un investigador australiano que observó un cadáver durante un período de 17 meses, Alyson Wilson. Esto puede traducirse en que, por ejemplo, unos brazos pegados al cuerpo puedan acabar lejos de él. En este proceso, en parte, contribuyen algunos microbios e insectos
Pero, incluso sin la actividad de los insectos, el cuerpo se ablanda y se suelta y cambiará con la gravedad y las presiones locales. La acción microbiana también puede favorecer algún movimiento. Todo esto ya se sabía, pero empieza a estudiarse por primera vez de forma sistemática.
Este hallazgo se ha realizado después de que Wilson filmara el cuerpo de un donante utilizando una cámara timelapse en una "granja de cuerpos humanos" conocida como la Instalación Australiana para la Investigación Experimental Tafonómica (AFTER, por sus siglas en inglés), que se encuentra en un lugar secreto a las afueras de Sydney, Australia. Wilson filmó el cadáver durante intervalos de 30 minutos durante el período de estudio de 17 meses.
AFTER es la única instalación de este tipo en el hemisferio sur. Se dedica al estudio de restos humanos con el objetivo de arrojar nueva luz sobre el proceso de descomposición humana. Hasta la llegada de AFTER, la mayor parte de la ciencia sobre cómo los cuerpos se descomponen se basó en experimentos en el hemisferio norte, donde el clima es diferente, y también los insectos y otras criaturas que intervienen en el proceso de descomposición.
Los hallazgos podrían ayudar a la policía a estimar el momento de la muerte de un cuerpo con mayor precisión, según Wilson. También podría ayudar a mejorar las autopsias.
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