En anteriores entregas hemos analizado el funcionamiento del ojo humano y las primeras técnicas de películas en 3d utilizando gafas de colores. Hoy hablaremos sobre la tecnología actual que existe en las salas de cine, cómo se aplica esta tecnología a los televisores de nuestras casas y cómo funcionan los nuevos sistemas que prometen visión en 3d sin utilizar ningún tipo de gafas.
Como hemos visto anteriormente, una película en 3d se basa en la proyección de dos imágenes ligeramente distintas que han sido grabadas desde dos ángulos diferentes. Allá en 1838, Sir Charles Wheatstone inventó el estereoscopio. Un simple pero fabuloso sistema que nos permite observar, desde una posición concreta, unas tarjetas especiales que eran percibidas por nuestro cerebro como una imagen estereoscópica.
Este sistema tiene el ligero inconveniente de que sólo puede observarse desde una posición muy específica, por lo que su aplicación al cine se antoja complicada. Ya analizamos en la anterior entrega el uso de gafas de colores para percibir estas dos imágenes en el receptor, pero ¿cómo funcionan los actuales sistemas? Gracias a la polarización de la luz.
La luz es una onda electromagnética y como tal, sufre una serie de oscilaciones. Estas vibraciones pueden realizarse en un plano horizontal o en un plano vertical, por lo que si fuésemos capaces de orientar este plano de oscilación, podríamos tener control sobre dos ondas de luz.
En este concepto se basan las actuales gafas en 3d. Existen ciertos materiales que se comportan de manera diferente cuando la luz que les atraviesa está polarizada horizontalmente que cuando está polarizada verticalmente. De esta forma, un cierto material permite el paso de la luz si ésta vibra en el plano horizontal pero se comporta como un cuerpo opaco si la luz está polarizada verticalmente.
¿Cómo podemos aplicar esta técnica a nuestras salas de cine? En la pantalla se proyectan las dos imágenes grabadas desde ángulos diferentes, con polarizaciones distintas. De esta forma al observador llegarán dos ondas de luz, una polarizada horizontalmente y otra verticalmente. Los cristales de nuestras grafas están formados por materiales como los descritos en el párrafo anteior anterior, de manera que sólo dejarán pasar uno de los dos rayos de luz hacia el ojo. Así conseguimos recrear la visión estereoscópica en nuestro cerebro tratando todos los colores por igual, consiguiendo una gran mejora respecto a las antiguas gafas de colores rojo y azul.
Existen otros sistemas 3d que podemos tener en la tele de nuestra casa y que hace uso de las llamadas gafas activas. Es decir, gafas que necesitan alimentación porque intervienen de forma activa en el proceso. Estas gafas están hechas de cristal líquido que permiten, mediante señales eléctricas, dejar pasar una imagen o no. A diferencia del cine en 3d, sobre la TV se proyecta una imagen detrás de la otra, y mediante una señal inalámbrica que actúa como sincronización, se avisa a las gafas de cuándo debe dejar pasar la luz hacia un ojo y hacia el otro. Esta alternancia de imágenes se realiza de forma tan rápida que nuestro cerebro no lo percibe.
Llegados a este punto nos podemos preguntar cómo es posible que funcione la televisión 3d sin gafas. Esta técnica, que es bastante compleja y todavía no está muy madura, se basa en un sistema autoestereoscópico. La pantalla de la televisión está formada por microlentes, de la que salen dos rayos de luz con ángulos distintos. De esta forma, cada ojo recibe una imagen diferente.