En 1525 tuvieron lugar 20 conjunciones planetarias, 16 de ellas en un “signo acuático”, es decir, Piscis, lo que conduciría al fin del mundo en la versión pasada por agua del asunto, es decir, a través de un torrencial diluvio.
Al menos es lo que afirmó en 1400 el matemático y astrónomo alemán Johannes Stöffler, profesor de la Universidad de Tubinga.
Mucha gente, ante la inminente fecha, encargó la construcción de barcas. En particular, cabe destacar el arca de tres cubiertas que botó en el Rin, el conde alemán Von Iggelheim.
Pero tal y como escribe Ian Crofton en La historia de la ciencia sin los trozos aburridos:
Cuando el 20 de febrero empezaron a caer unas pocas gotitas de lluvia, hubo una gran afluencia de gente hacia el arca de Von Iggelheim, y en el tumulto que siguió el conde fue muerto a pedradas. La reputación de Stöffler quedó muy malparada cuando 1524 resultó ser un año de sequía, y nadie se tomó demasiado seriamente su nueva fecha de 1528, que había recalculado. Murió de la peste de 1531, y no, como había predicho, por ser alcanzado por un objeto caído del cielo.
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