A todos nos gusta la nieve, cuando no se precipita sobre nosotros en forma de avalancha. Tanto es así que ya en la década de 1940 se llevó a cabo la creación de la primera nieva artificial usando una máquina.
Sus artífices fueron el doctor Ray Ringer y sus colegas. El descubrimiento, al parecer, fue fruto de la serendipia, mientras se investigaba la formación de hielo en los motores de reacción. Al rociar agua en el interior de un túnel de viento helado, frente al motor a reacción, éste empezó a fabricar nieve por su extremo posterior.
Tras publicar los resultados del experimento (que se limitaba a exponer el problema hallado en los motores a reacción), ello inspiró a que en 1954 se desarrollara el primer cañón de nieve. La primera máquina de nieve artificial comercial fue inventada por tres hombres que tenían una empresa de fabricación de esquís en Connecticut: Arte Hunt, Wayne Pierce y Dave Richey. Al parecer, estaban pasando por momentos malos en su empresa debido a un invierno sin nieve.
Wayne Pierce tuvo una idea para hacer nieve artificial basada en el mismo principio que el de Ringer en sus investigaciones sobre la escarcha en los motores a reacción. En diciembre de 1949 los tres socios probaron con éxito su máquina de nieve artificial en Mohawk Mountain en Cornwall.
Y, con él, empezaron a concebirse pistas de nieve para esquiar y otras tantas construcciones. Como el muñeco de nieve más alto, que tenían 37 metros de altura y se levantó en 2008 en la Bethel, Maine, Estados Unidos. O como el caso del mayor laberinto de nieve del mundo.
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