Hace unos días veíamos como, originariamente, el metro se definió como la diezmillonésima parte del cuadrante del meridiano de terrestre. Posteriormente se construyó un metro patrón compuesto de platino e iridio depositado en la Oficina Internacional de Pesos y Medidas, de París.
No obstante, la posibilidad de que ese patrón pudiese ser destruido, o cambiar con el tiempo, hicieron necesarios buscar como referencia una constante universal, que a su vez aportase una mayor precisión.
Por ello, en 1960 la Conferencia General de Pesos y Medidas (CGPM) define el metro como 1.650.763,73 veces la longitud de onda de la radiación emitida por el salto cuántico entre los niveles 2p10 y 5d5 de un átomo de kriptón 86.
Errores detectados en el perfil de la línea espectral del kriptón, hicieron que en 1983 la CGPM adoptase una nueva definición del metro, vigente hoy en día, que lo define como la longitud del camino atravesado por la luz en el vacío durante un intervalo de tiempo de 1 / 299.792.458 de un segundo, basada en que la velocidad de la luz en el vacio es exactamente 299.792.458 metros / segundo.
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