Se suele decir que el 70 % del polvo doméstico que tanto nos afanamos en limpiar con el plumero o que nos provoca continuos estornudos está formado por piel humana. Pero lo cierto es que tal cifra es una exageración.
Hay piel humana, naturalmente, pero las fuentes más habituales de polvo son la arena, la harina o los deshechos de insectos. Toda la piel muerta que perdemos llenaría un paquetito de harina, es decir, que perdemos bastante, sin embargo es un alimento muy suculento para los ácaros del polvo, por eso no hay tanta por nuestra casa. Gran parte de nuestra piel muerta también se marcha por el desagüe de la bañera cuando nos duchamos.
Los ácaros del polvo, que pertenecen a la familia de las arañas, son diminutos. Tanto que una cucharadita de polvo puede contener hasta mil ácaros… y 250.000 de sus cacas o deposiciones. Sí, exacto, cerrando todos los conductos de entrada a mi cuerpo a la señal de ya.
En otras palabras, la mayoría de alérgicos al polvo en realidad lo son a las cacas de los ácaros del polvo. Las encimas que excretan los intestinos del ácaro atacan las vías respiratorias y provocan síntomas asmáticos o parecidos a la fiebre del heno.
Con todo, la composición exacta del polvo doméstico es un dato muy esquivo, porque depende de muchísimos factores: depende del país que estudiemos, la casa, la habitación, la estación del año, el estilo de vida de sus habitantes, la frecuencia con que se limpia, si se suelen abrir las ventanas o no… Si queréis más datos al respecto, os recomiendo echar un vistazo al artículo que publiqué hace tiempo al respecto: el polvo que nos rodea.
Otro mito que hay que desterrar a propósito de los ácaros es que constituyen la mitad del peso de una almohada. Es decir, que nuestra cara descansa cada noche en el equivalente al Manhattan de los ácaros (o de su cementerio, porque la mayoría, según el mito, estarían muertos). Tranquilos, el dato es falso, algo que se empeñan en recordar continuamente los fabricantes de ropa de cama. Ya podéis imaginar la razón.
De todas formas, los ácaros no son motivo de preocupación (aparte de las alergias)… más que nada porque ahora mismo, en la piel de vuestra cara, ya vive una vibrante comunidad de ácaros. Son los llamados ácaros foliculares (Demodex folliculorum) y vive solo en los seres humanos. Miden dos centésimas de centímetro, así que pueden encajar holgadamente en un folículo de vuestra piel.
Además tienen garras y una boca con la que pueden atravesar las células de la piel. Pero respirad tranquilos, si bien los excrementos de los ácaros son todo un engorro (además que produce un ecs unánime), los ácaros foliculares apenas generar excrementos. Ni siquiera tienen ano. Es todo un alivio, ¿no creéis?