Las micronaciones empezaron a proliferar y diversificarse en la década de 1960 y 1970. Antes sólo encontramos ejemplos aislados, como la ciudad de Llanrwst, al norte de Gales, que fue declarada barrio libre por su príncipe (autoproclamado, claro), ya que su solicitud dirigida a las Naciones Unidas en 1947 al parecer no prosperó. Su lema es Gales, Inglaterra y Llanrwst; no muy original, por cierto.
Por esa época, el hermano de Ernest Hemingway, Leicester Hemingway, participó en otro proyecto de similares características pero en una plataforma de madera. Esta micronación, llamada Nueva Atlántida, fue construida en las aguas internacionales de la costa oeste de Jamaica y sus dimensiones eran de 8 por 30 pies. Las tormentas tropicales acabaron dañando la estructura, que fue víctima de pillaje por pescadores mexicanos.
En 1972, el hombre de negocios de Nevada Michael Oliver dirigía operaciones de dragado en los arrecifes de Minerva, un banco situado al sur de las islas Fiji. Entonces decidió construir una pequeña isla artificial para consolidar un proyecto de país liberal. La isla vecina Tonga acabó anexionándola por la fuerza.
En 1977, el bibliófilo Richard George William Pitt Booth declaró reino independiente la ciudad británica de Hay-on-Wye, autodesginándose monarca del mismo: ¿para qué perder el tiempo buscando a una persona adecuada para tan alto cargo? El rey era un cachondo con ciertos aires a Duchamp (el artista que llevó a cabo una exposición con un urinario público entendido como obra de arte), pues su cetro fue un escobilla de baño reciclada. Aún hoy, esta ciudad es un próspero atractivo para turistas con intereses artísticos o literarios, y se siguen vendiendo títulos nobiliarios y honores a cualquiera dispuesto a pagar por ellos.
Uno de los más recientes ejemplos de micronación lo encontramos en Alemania. El Reino de Kreuzberg fue fundado en 2002 por Christel Göritz y su hijo Rick en un terreno previamente ocupado por una base militar estadounidense, en Zweibrücken. Se autodeclararon reyes, pero no han sido procesados judicialmente por el delito de abuso de títulos porque Alemania abolió el título de rey y, por tanto, tal título tiene tantos efectos reales como encasquetarse la corona de cartón que regala Burger King.
También han cristalizado un buen puñado de micronaciones cuyo único sentido de su existencia era la simple diversión o entretenimiento, como el Imperio Americano, cuya bandera es una cara feliz, sus ciudadanos tienen saludos tontos y entre su larga lista de conmemoraciones y festejos destaca El Día de la Rápida Reaparición.