La típica estampa de un paisaje en el que cae una copiosa nieve nos sugiere frío, sin embargo, las personas más observadoras quizá se habrán dado cuenta de que, mientras nieva, el aire parece más caliente que antes de nevar.
¿Por qué suede este fenómeno?
Transferencia de calorías
Cuando el agua se congela y adopta la forma de un copo de nieve, es decir, que las moléculas de agua adoptan la disposición característica de una formación cristalina rígida, la energía del copo es menor de la que tenía en su forma líquida.
El agua líquida tiene moléculas más caóticas, desplazándose libre y aleatoriamente, pero en forma de copo son más ordenadas.
Lo cual es lógico si tenemos en cuenta que para derretir la nieve o el hielo necesitamos agregar calor al sistema. Por la misma regla, cuando el agua se congela se produce en fenómeno inverso, y esa misma cantidad de calor tendrá que desprenderse y salir del sistema.
El excedente energético del copo de nieve, pues, va a parar al aire que le rodea. Hasta el punto de que, por cada gramo de agua que se congela y origina un gramo de nieve o hielo, se libera la cantidad de calor equivalente a 80 calorías.
Esa cantidad de calor es suficiente, en un estado ideal, para incrementar la temperatura desde el punto de congelación hasta los 80 ºC.
Sin embargo, el calor no permanece en el copo (o se derretiría) y se disipa en el aire circundante. De este modo, si multiplicamos las 80 calorías que transmite cada copo de nieve al aire frío, finalmente podremos medir un ascenso general de la temperatura.
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