Si queremos ingerir menos calorías y, en cierto modo, engañar a nuestro cuerpo para que se sienta más saciado durante más tiempo, la sopa parece ser uno de los mejores alimentos para lograrlo.
Pero ¿qué tiene la sopa que no tenga otros alimentos?
Calorías líquidas (poco a poco)
Beber calorías, por ejemplo con un resfresco o un zumo de naranja, no es muy inteligente, porque pasan demasiado rápido por la boca como para indicar al páncreas, al intestino y al cerebro que estamos ingiriendo nutrientes.
Sin embargo, por lo general la sopa la tomamos muy lentamente, cucharada a cucharada.
Además, solemos considerar la sopa un alimento en sí mismo, lo que influye inconscientemente a que también nos sacie más, incluso por encima que los alimentos sólidos.
Por eso no es extraño que una sopa de pollo nos sacie más que una pechuga de pollo a la plancha. Pero ¿qué más contribuye a este poder saciante? Según la experta Bee Wilson, en su libro El primer bocado:
Puede que las propiedades saciantes de la sopa tengan que ver en parte (como en el caso de los batidos con aire) con su importante volumen. Hay pruebas de que de hecho obtenemos más saciedad a largo plazo de alimentos que son menos energéticos y la sopa cumple esa característica.
Además, a todo esto se suma que solemos consumir la misma cantidad de comida (por su masa) cada día, sin que importe su valor energético, así que tiene sentido que una sopa aguada nos lleno igual que otros alimentos a pesar de tener menos calorías.
Como ya se ha apuntado, la sopa también llena porque creemos que llena, que es un alimento reconfortante, como sugieren estudios como el de la Universidad de Purdue. En él, se comprobó que si se calentaba zumo de manzana y se presentaba como "sopa de manzana" en un plato con una cuchara, entonces los comensales quedaban mucho más saciados que cuando la bebían fría, en un vaso o como zumo.
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