Cuando nos llaman por teléfono para ofrecernos una estupenda oferta de telefonía móvil u otra, aunque no conozcamos de nada a nuestro interlocutor, a poco que pronuncie unas palabras somos capaces de establecerle la edad, a grandes rasgos. Al menos somos capaces de saber si es, en general, una persona joven, de mediana edad o anciana.
¿Por qué la edad refleja de forma tan realista nuestra edad en la mayoría de los casos y no existe forma de escamotear esas señales tal y como usamos la cosmética para el cutis?
Cuestión de elasticidad
Cuando quiero acertar la edad de una persona, normalmente me fijo en dos cosas: la profundidad y número de patas de gallo, y sus manos. Las manos, por lo general, indican con bastante fidelidad la edad de una persona. Sin embargo, el rasgo más inconfundible es la voz.
La voz es producida por las cuerdas volcase en la laringe. Al respirar, presión del aire hace vibrar las cuerdas vocales y se emiten sonidos. En los niños son tonos elevados, pues la laringe y el diámetro de la tráquea todavía son pequeños. A medida que transcurren los años, las cuerdas vocales incrementan su longitud y, de esta forma, ofrecen más posibilidades de tensar las cuerdas vocales.
Si nuestra voz cambia tanto con la edad se debe básicamente a dos fenómenos fisiológicos. El p rimero es que la estructura cartilaginosa de la laringe, que sostiene la musculatura laríngea, se osifica y pierde elasticidad, lo que provoca que la laringe se vaya descolgando.
El segundo motivo se explica así en el libro 70 preguntas curiosas sobre el mundo que nos rodea, editado por Martin Gent:
La mucosa que recubre las cuerdas vocales también es importante para un buen funcionamiento de la voz. Debe estar bien humedecida y ser móvil y robusta. Esta mucosa está dispuesta de tal manera que, por así decirlo, amortigua el frecuente choque de las cuerdas vocales una contra otra; al hablar, este choque se produce, dependiendo del tono, entre 60 y 300 veces por segundo. Además, cuida de que las cuerdas vocales se cierren hermética y rápidamente. De este modo el sonido es claro e inteligible. Pero en edad avanzada disminuyen la resistencia y flexibilidad de dicha mucosa. Se vuelve más seca, la voz se torna ronca. A partir de los cincuenta años pueden aparecer perceptibles limitaciones en la capacidad vocal.
Las voces de hombres y mujeres cambian de forma distinta a medida que envejecen. En los hombres se vuelve más débil y queda y su tono se eleva. En las mujeres, sin embargo, es habitual que la voz baje una octava. Con todo, siempre hay excepciones, y la próxima voz que escuchamos por teléfono podría hacernos creer que corresponde a alguien joven cuando en realidad está al borde de la jubilación.
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