Los historiadores acostumbran a consensuar que el primer virus descubierto por la ciencia, descrito en 1892, es el virus del mosaico del tabaco. Dicho virus contiene una importante proteína que aparece por primera vez en un diccionario de Química, el Chemical Abstracts, de 1964.
El nombre de esa proteína es la palabra más larga que aparece en algún documento en lengua inglesa. No en vano, el monstruoso término tiene 1.185 letras:
Acetylseryltyrosylserylisoleucylthreonylserylprolylserylglutaminyl-
phenylalanylvalylphenylalanylleucylserylserylvalyltryptophylalanyl-
aspartylprolylisoleucylglutamylleucylleucylasparaginylvalylcysteinyl-
threonylserylserylleucylglycylasparaginylglutaminylphenylalanyl-
glutaminylthreonylglutaminylglutaminylalanylarginylthreonylthreonyl-
glutaminylvalylglutaminylglutaminylphenylalanylserylglutaminylvalyl-
tryptophyllysylprolylphenylalanylprolylglutaminylserylthreonylvalyl-
arginylphenylalanylprolylglycylaspartylvalyltyrosyllysylvalyltyrosyl-
arginyltyrosylasparaginylalanylvalylleucylaspartylprolylleucylisoleucyl-
threonylalanylleucylleucylglycylthreonylphenylalanylaspartylthreonyl-
arginylasparaginylarginylisoleucylisoleucylglutamylvalylglutamyl-
asparaginylglutaminylglutaminylserylprolylthreonylthreonylalanylglutamyl-
threonylleucylaspartylalanylthreonylarginylarginylvalylaspartylaspartyl-
alanylthreonylvalylalanylisoleucylarginylserylalanylasparaginylisoleucyl-
asparaginylleucylvalylasparaginylglutamylleucylvalylarginylglycyl-
threonylglycylleucyltyrosylasparaginylglutaminylasparaginylthreonyl-
phenylalanylglutamylserylmethionylserylglycylleucylvalyltryptophyl-
threonylserylalanylprolylalanylserine.
Tal y como explica Sam Kean en su impresionante libro La cuchara menguante:
Enseguida se ve algo raro en la distribución de las letras. La letra más común del inglés, la “e”, aparece 65 veces; la rara letra “y”, en cambio, aparece 183 veces. Una letra, la “l”, comprende el 22 por ciento de toda la palabra (aparece 255 veces). Y la “y” y la “l” no aparecen al azar sino a menudo una al lado de la otra: 166 pares, cada siete letras más o menos. Eso no es ninguna coincidencia. Esta larga palabra describe una proteína, y las proteínas están construidas a partir del sexto (y más versátil) elemento de la tabla periódica, el carbono. El carbono forma el esqueleto de los aminoácidos, que se unen como cuentas de un collar para formar las proteínas.
Es una palabra muy precisa, pero agotadora, que los bioquímicos empleaban en las décadas de 1950 y principios de 1960, poniendo en evidencia la influencia que ejercía Alemania y su idioma obsesionado por las palabras compuestas sobre la química.
Afortunadamente, en la actualidad ya no se sigue esta regla para escribir proteínas. Digo afortunadamente porque esta palabra no es nada larga si la comparamos con una gigantesca proteína cuyo nombre, si se escribiera completo, necesitaría 189.819 letras. Hoy nos podemos ahorrar esa monstruosidad de palabra diciendo sencillamente titina. Hombre, mucho mejor.
Sin embargo, estas palabras larguísimas no dejan de ser curiosidades que nadie emplea, algo así como los infinitos decimales del número Pi. Si nos plegamos, no obstante, a la palabra inglesa no técnica más larga que aparece en el Oxford English Dictionary, entonces deberemos decir:
pneumonoultramicroscopicsilicovolcanoconiosis.
Una enfermedad que tiene “silicio” en el centro. Los aficionados a las palabras se refieren sencillamente a esta palabra como p45.
La palabra fue inventada por una persona para resultar vencedor en un concurso de rompecabezas en 1935, y mucha gente la califica con despecho como una palabra alargada artificialmente. El Oxford English Dictionary la considera, de hecho, una palabra “fabricada”.
¿Cómo se llama el miedo a la pronunciación de palabras largas, complicadas o inusuales? Hipopotomonstrosesquipedaliofobia. Y podría aplicarse a todas las palabras de este artículo, incluida a la propia palabra que define el miedo a la pronunciación de palabras largas, complicadas o inusuales.
La palabra más larga que existe es Ciclopentanoperhidrofenantreno (un hidrocarburo policíclico que se puede considerar un producto de la saturación del fenantreno asociado a un anillo de ciclopentano), luego viene uvulopalatofaringoplastia (una cirugía empleada para curar los ronquidos). Que aparezca en el DRAE, sin embargo, la más larga es electroencefalografista.
Otra palabra, esta vez inventada por científicos, es:
Tibudopabikudaropigolatupabikutibudogolatudaropitibudopabikugolatu.
La usaron los psicólogos de la Universidad de Rochester Jenny Saffran, Dick Aslin y Elissa Newport para presentarlas en un experimento con bebés de ocho meses.
Pretendían averiguar si ya a esa edad eran capaces de enfrentarse a una sucesión tan larga y monótona de sílabas ininterrumpidas para extraer cierto orden y para discriminar entre “palabras” como pabiku y “palabras parciales” como pigola, donde la única diferencia era estadística: las sílabas como “pa”, “bi” y “ku” aparecen siempre como una unidad mientras que “pi”, “go” y “la” aparecen juntas sólo a veces (en otras ocasiones, “pi” iba seguida de “da” o de “ti”). Por cierto, fueron capaces de hacerlo.