Un terreno de cerca de una hectárea en las proximidades de la ciudad de Knoxville, en Estados Unidos, quiere ser el mayor campo de pruebas de cadáveres humanos en diferentes fases de descomposición. No se trata de un paisaje para un serial killer, sino de una forma de estudiar minuciosamente bajo qué condiciones y cómo se descomponen los cadáveres.
No es el único, aunque existen muy pocos campos como éste: sólo existen seis en EE.UU, dos en Australia y uno en proyecto en Holanda. Su nombres: centros de tafonomía, la parte de la paleontología que estudia los procesos de fosilización y la formación de los yacimientos de fósiles..
El arte de la descomposición
El estudio de la descomposición de cadáveres humanos no es baladí: casos policiales no resueltos podrían beneficiarse enormemente de la información obtenida en estos centros de estudio.
Y es que el ritmo al que tiene lugar la descomposición de un cadáver se ve afectado por diversas variables, como la temperatura y la humedad, así como el método que emplea el homicida para deshacerse del cuerpo.
Si bien se han realizado muchos estudios sobre estos procesos con tejidos de cerdos y otros animales, no es igual a estudiar el proceso de descomposición en el cuerpo humano mismo, de modo que no se obtienen tantos datos útiles.
Entre otros datos, por ejemplo, se ha descubierto que son más de 400 compuestos orgánicos volátiles distintos son los que se liberan durante el proceso de descomposición del cuerpo humano, según un estudio llevado a cabo por un equipo de científicos de la Universidad de Lovaina (Bélgica). La investigación ha sido publicada en la revista Plos One. Concretamente, el “olor a cadáver” está formado por 452 compuestos orgánicos volátiles (con solo 5 compuestos de diferencia respecto al cerdo y solo 8 del resto de animales).
Las reacciones químicas que se producen en tu cuerpo tras tu muerte también producen compuestos de divertidos nombres, como la putrescina (que genera olor en la carne putrefacta) y cadaverina (olor de los cadáveres en descomposición).
A estos olores se pueden sumar también otros, como el olor a excrementos. Porque, incluso tres horas después de muertos, los seres humanos podemos expeler materia fecal y flatulencias de resultas de la contracción muscular y el hinchamiento del cadáver previo al rigor mortis.
Todo sea para que el próximo Sherlock Holmes encuentre al asesino.
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