Anopheles, el mosquito estéril


Anopheles es un bonito nombre para un mosquito. Como todos los de su género, tiene un ciclo vital de cuatro fases (huevo, larva, pupa y adulto), habita prácticamente en todo el mundo, tiene el cuerpo dividido en cabeza, tórax y abdomen, y basa su nutrición en un alimento estrella: la sangre.

Pero a pesar de todos estos aspectos comunes, no se trata de un mosquito cualquiera. Con apenas un centímetro de largo, el Anopheles gambiae y el Anopheles funestus presumen de ser dos de los animales más mortíferos del mundo, ya que son responsables de la muerte de más de un millón de personas al año debido a la malaria.

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Este mosquito transmite al hombre el parásito que origina la enfermedad, pero la Ciencia tiene previsto desposeerlo de todo su glamour y poderío y convertirlo en un simple mosquito estéril. Para conseguir esterilizar a este animal va a utilizarse la energía atómica en forma de radiaciones, pero primero hay que crear una generación de ‘super Anopheles’. Hablamos de mosquitos suficientemente fuertes como para sobrevivir a las radiaciones y a la vez suficientemente atractivos como para seducir a las hembras en el medio silvestre.

El Anopheles posee un importante instinto antropófago, es decir, el ser humano es su principal fuente de nutrición. La idea de los científicos es producir en el laboratorio una gran cantidad de mosquitos macho sexualmente estériles para luego liberarlos en una zona concreta.

La complicación de toda esta historia la aporta, como casi siempre, el universo femenino. El afán último de los científicos es que éstos machos, pese a ser estériles, conserven todo su “atractivo” para que las hembras elijan aparearse con ellos y no noten que hay gato encerrado. Y es que las hembras de Anopheles también cuentan con una notable peculiaridad: se aparean una vez en la vida. No es de extrañar que resulten exigentes a la hora de elegir compañero. Si éste ha sido esterilizado, ninguno de los cientos de huevos que ponga la hembra prosperará.

La forma de transportarlos y su liberación son dos de las cuestiones que más preocupan a los científicos. La posibilidad de tener una generación de ‘super Anopheles’ resistentes a la radiación deambulando por mesetas africanas no es muy alentadora. Por eso han decidido poner a prueba la viabilidad de este sistema de esterilización a orillas del río Nilo, cuna de las grandes civilizaciones de la historia y una de las zonas en las que se registran mayores niveles de transmisión de malaria.

Los científicos son optimistas y están convencidos de que esta técnica, combinada con el uso de insecticidas, va a convertirse en una eficaz herramienta en la lucha contra la malaria.

Pero a veces, con la Ciencia no ganamos para sustos. Si alguien tiene planeado hacer un crucero por el Nilo este verano y se topa con mosquitos con estética metrosexual y un ligero toque verdoso que procure mantenerse alejado.

Vía | BBC
Más información | www.elmundo.es
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