Uno de los grandes obstáculos para combatir la violencia de genéro es que las víctimas no denuncian los casos de maltratos, o que esos casos deben probarse. Ahora un simple análisis de sangre podría sugerir un caso de violencia de género, más allá de hematomas y otras lesiones visibles.
Es lo que sugiere, al menos, un estudio elaborado por investigadores de la Universidad de Sevilla.
El estudio se basa en el hecho de que en una situación de estrés extremo se alteran los niveles de hormonas como el cortisol, la prolactina y la oxitocina. "Incluso cuando la violencia cesa no vuelven a la normalidad de forma inmediata", señala el estudio. Respecto a las otras hormonas señaladas, estas expertas determinaron que los niveles de cortisol o prolactina se relacionan con los niveles de estrés agudo en los individuos.
Además, la hormona oxitocina puede ser la principal encargada del establecimiento y mantenimiento de relaciones sociales lo cual, paradójicamente, puede favorecer el hecho de que estas mujeres maltratadas tengan menor capacidad de respuesta frente a las agresiones.
El estudio ha sido premiado como el ´Trabajo de Mayor Interés Científico-Técnico en el II Congreso para el Estudio de la Violencia contra las Mujeres'
Para que quienes no tengan acceso a esta clases de análisis, el smartphone también se está convirtiendo en un gran aliado.
Maltrato infantil y cerebro
También la detección precoz en el maltrato de niños es prioritario para evitar disfunciones cerebrales. Un trabajo de neurimagen realizado por el King’s College de Londres y la Fundación para la Investigación y la Docencia (FIDMAG) de las Hermanas Hospitalarias que ha sido publicado en el American Journal of Psychiatry sugiere que tales maltratos produce anomalías en la sustancia gris del cerebro.
En realidad, el trabajo es un metaanálisis de los estudios de morfometría basada en vóxel (VBM) sobre el maltrato infantil.
Los pediatras de Atención Primaria, los profesionales de enfermería y de las urgencias pediátricas cuentan con un nuevo protocolo que pretende mejorar la detección precoz del maltrato infantil, así como la coordinación con los servicios sociales. Ante la presencia de uno o varios de los indicadores que sugieran presencia de maltrato infantil, el profesional sanitario deberá registrarlo en la historia clínica del paciente y entrevistar a los padres y al menor presuntamente maltratado. Se realizará una exploración física y psicológica y, en caso de que sea necesario, se indicarán exploraciones complementarias. Asimismo, se analizará la situación familiar.
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