No cabe duda de que la alimentación, la higiene y los avances en medicina han aumentado espectacularmente nuestra esperanza de vida. Sin embargo, hay factores que es conveniente no mejorar demasiado so pena de que se vuelvan contra nosotros.
Uno de ellos es la excesiva profilaxis o esterilización a la que sometemos a los bebés. El sistema inmune necesita “aprender” a defenderse contra distintas sustancias tóxicas y microorganismos patógenos, y este aprendizaje es fundamental en los primeros años de nuestra vida.
Si un bebé nunca se relaciona con patógenos de ningún tipo (un constipado de un compañero de clase, etc.), sus sistema inmune se resentirá en un futuro, siendo incapaz de combatir las agresiones más básicas. Si mantenemos a un bebé en una burbuja, lo estamos condenando a estar para siempre en esa burbuja.
Es algo similar a lo que ocurre con el archipiélago de Tristán da Cunha. Es un conjunto de islas tan aisladas del mundo que sus habitantes tendrían serios problemas con microorganismos que a nosotros no nos harían ni estornudar.
Ello se debe a que sus cuerpos están muy poco expuestos a las enfermedades típicas de todos los países del mundo, lo cual debilita sus sistemas inmunes hasta el grado de condenar a estos isleños a no relacionarse nunca con gente de otros lugares (allí sólo habitan 300 personas, 300 hombres y mujeres que sólo tienen 7 apellidos y se agrupan alrededor de 80 familias.)
Tan lejos se encuentran es que hasta allí sólo se puede llegar una vez al año con la Royal Mail Ship Santa Helena. Aislados como estaría un bebé que nunca pusiera a prueba su sistema inmune con la gente que le rodea.
Vía | ¿Cómo le explico esto a un extraterrestre? de Javier Fernández Panadero