Una pequeña flota española partió de la isla de Cuba en dirección a México el 5 de marzo de 1520. En estos barcos se transportaban 900 soldados españoles, junto a caballos, armas de fuego y un puñado de esclavos africanos. Pero también llevaban a bordo algo invisible al ojo humano.
En una de las personas, entre sus billones de células, había una bomba de tiempo biológica, un virus de la viruela que empezó a multiplicarse exponencialmente en cuanto desembarcó en México.
La pesadilla empezó en la ciudad de Cempoallan. Diez días después, la ciudad se convirtió en un cementerio. En poco tiempo, todo México sabía lo que era esa enfermedad, y también más allá, como explica Yuval Noah Harari en Homo Deus:
Los mayas de la península del Yucatán creían que tres dioses malignos, Ekpetz, Uzannkak y Sojakak, volaban de noche de pueblo en pueblo e infectaban a la gente con la enfermedad. Los aztecas culparon a los dioses Tezcatlipoca y Xipe, o quizá a la magia negra de las gentes blancas. Se consultó a sacerdotes y a médicos. Estos aconsejaron algunas plegarias, baños fríos, restregar el cuerpo con bitumen y untar escarabajos negros aplastados sobre las úlceras. Nada funcionó.
En algunos asentamientos, murió hasta la mitad de la población debido al virus de la viruela. Fue solo el primer y letal golpe de la viruela, que los siguientes siglos se convertiría en una pesadilla.
¿Cuándo acabamos con ella?
Gracias a la medicina del siglo XX, que nos ha proporcionado vacunas, antibióticos, mejoras en la higiene y una infraestructura médica mucho mejor, nos permitió combatir y hasta vencer a la viruela. Una campaña global de vacunación obtuvo un éxito tan importante que en 1979 la OMS declaró que la viruela había sido erradicada por completo.
Era la primera epidemia que los humanos conseguían eliminar de la faz de la Tierra. En 1967, la viruela infectaba todavía a 15 millones de personas y mataba a dos millones, pero en 2014 ni una sola persona estaba infectada ni murió de esa enfermedad. La victoria había sido tan completo que en la actualidad la OMS ha dejado de vacunar a los humanos contra la viruela.
El nombre viruela proviene del latín variŭs (variado, variopinto), y se refiere a los abultamientos que se presentan en la cara y en el cuerpo de una persona infectada. La viruela era causada por el virus variola que surgió en las poblaciones humanas en torno al año 10 000 a. C. Su tasa de mortalidad llegó a ser hasta de un 30 % de los pacientes infectados.
Hasta que el científico Edward Jenner, en 1796, desarrollara finalmente la vacuna. Francisco Javier Balmis y Berenguer (1753-1819) fue pionero en el estudio de las aplicaciones de la vacuna, en particular de la viruela, dirigiendo la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna.
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