El sueño mejora la capacidad potencial de algunas de las células inmunitarias del cuerpo, según un nuevo estudio publicado en Journal of Experimental Medicine.
El estudio, dirigido por Stoyan Dimitrov y Luciana Besedovsky en la Universidad de Tübingen, en Alemania, ayuda a explicar cómo el sueño puede combatir una infección, mientras que otras condiciones, como el estrés crónico, pueden hacer que el cuerpo sea más susceptible a las enfermedades.
Las bondades de dormir
Las células T son un tipo de glóbulo blanco o linfocito que es crítico para la respuesta inmune del cuerpo. Se diferencian de los linfocitos B y de las células NK (o célula Natural Killer, en español «asesina natural») por poseer un receptor especial en la superficie de la membrana, el receptor de linfocitos T (también llamado TCR, por su denominación en inglés T cell receptor).
Cuando las células T reconocen un objetivo específico, como una célula infectada con un virus, activan proteínas pegajosas conocidas como integrinas que les permiten unirse a su objetivo y, en el caso de una célula infectada por virus, la matan. Si bien se sabe mucho sobre las señales que activan las integrinas, las señales que podrían reducir la capacidad de las células T para unirse a sus objetivos son menos conocidas.
Stoyan Dimitrov y sus colegas de la Universidad de Tübingen decidieron investigar los efectos de un grupo diverso de moléculas de señalización conocidas como agonistas de receptores acoplados a Gαs. Muchas de estas moléculas pueden suprimir el sistema inmunológico, pero se desconoce si inhiben la capacidad de las células T para activar sus integrinas y unirse a las células diana. Dimitrov y sus colegas descubrieron que ciertos agonistas del receptor acoplado a Gαs, incluidas las hormonas adrenalina y noradrenalina, las moléculas proinflamatorias prostaglandina E2 y D2, y la adenosina neuromoduladora, impiden que las células T activen sus integrinas después de reconocer su objetivo. Según aclara Dimitrov:
Los niveles de estas moléculas necesarios para inhibir la activación de la integrina se observan en muchas condiciones patológicas, como el crecimiento de tumores, la infección por malaria, la hipoxia y el estrés. Esta vía puede, por lo tanto, contribuir a la supresión inmunológica asociada con estas patologías.
Y aquí viene su vínculo con dormir: los niveles de adrenalina y prostaglandina disminuyen mientras el cuerpo está dormido. Dimitrov y sus colegas compararon células T tomadas de voluntarios sanos mientras dormían o permanecían despiertos toda la noche. Las células T tomadas de voluntarios dormidos mostraron niveles significativamente más altos de activación de integrina que las células T tomadas de sujetos despiertos. Los investigadores pudieron confirmar que el efecto beneficioso del sueño sobre la activación de la integrina de las células T se debió a la disminución en la activación del receptor acoplado a Gαs.
Lo cual es especialmente relevante en vista de la alta prevalencia de trastornos y condiciones del sueño caracterizadas por trastornos del sueño, como depresión, estrés crónico, envejecimiento y trabajo por turnos. Si a todo esto sumamos, además, que dormir reduce el cortisol, la hormona del estrés, y que soñar nos puede permitir resolver un buen número de problemas cotidianos, todos deberíamos tratar de echarnos a los brazos de Morfeo sin temor a que nos llamen vagos o dormilones.
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