Quienes tienen testículos saben que el dolor que se experimenta tras un golpe en los mismos no se parece a ningún otro dolor. Es un dolor fuerte, pero sobre todo un dolor que se propaga a otras zonas, generalmente trepando por el vientre.
Pero ¿cómo se produce esta propagación del dolor testicular? Los primeros investigadores en tratar de averiguarlo fueron dos londinenses, Woollard y Carmichael, que publicaron sus conclusiones en la revista Brain en el año 1933.
El tipo de dolor que estudiaban se conoce como “dolor referido”, es decir, el dolor se siente en un lugar diferente a donde se produce el estímulo nociceptivo. Uno de los investigadores se sometió a los golpes, y el otro debía estudiarlos.
Para ello, el que recibía los golpes desactivó distintos nervios de la zona genital con inyecciones de novocaína. Cuando el testículo estaba dormido, lo situaban bajo una pequeña bandeja que iba llenándose progresivamente de pesas, tal y como explica Pierre Barthélemy en su libro Crónicas de la ciencia improbable:
Con cada pesa añadida, el sujeto describía lo que sentía. Por lo general, la cosa empezaba a partir de trescientos gramos, por una difusa molestia inguinal del lado del testículo comprimido (cuya masa no supera la veintena de gramos). Luego, a medida que las pesas se acumulaban, hasta un kilogramo, el dolor se volvía cada vez más intenso. Según estuvieran o no anestesiados los nervios, el dolor podía llegar al testículo respetado o subir hasta el centro de la espalda. Pero el sujeto nunca perdía su flema británica.
Imagen | hello-julie
Ver todos los comentarios en https://www.xatakaciencia.com
VER 8 Comentarios