A pesar de que va en contra de nuestra intuición, por aquello de que tras el deporte estamos más relajados, o directamente exhaustos, practicar deporte por la noche (atención, runners que surcáis las calles nocturnas) no favorece el descanso, sino que lo empeora.
Al menos es lo que sugiere un estudio llevado a cabo en ratones que ha sido publicado en Nature.
Los investigadores hicieron correr a los ratones en una rueda durante varias noches. Cuando los ratones corrían de esta forma, pasaban bastante más tiempo despiertos. Para averiguar la razón, se registró la actividad eléctrica de las células nerviosas de los ratones ubicadas en el neocórtex mientras estaban corriendo.
Lo que se comprobó es que el comportamiento físico activo y el movimiento intenso no requieren de un cerebro más activo. Así pues, hacer ejercicio, sobre todo de alta intensidad, porque puede afectar al ritmo del sueño y retrasar la necesidad de dormir. Esto haría que al otro día se esté más cansado y fatigado.
Otros ejemplos de la naturaleza apoyan esta idea. Por ejemplo, las aves duermen mucho menos cuando están volando sin parar durante muchos días o están migrando.
Nuestros compañeros de Vitónica ya nos lo advertían.
Todavía hay muchas preguntas que se deben responder sobre por qué necesitamos dormir y cómo afecta a nuestros cerebros. Pero lo que es cada vez más claro es que no podemos entender el misterio del sueño sin entender lo que sucede cuando estamos despiertos.
Imagen | Rob124
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