Actualmente, hay muy poca evidencia científica de que los extremos de ejercicio sean perjudiciales o bien de que aporten un plus de salud.
Varios estudios han encontrado que los atletas de élite, sobre todo aquellos que practican deportes de resistnecia, viven más tiempo y requieren menos atención médica que las personas que no son atletas.
Más de medio millón de atletas analizados
En un estudio que monitorizó durante 15 años a casi 22.000 corredores no profesionales se observó que la tasa de mortalidad (incluyendo los fallecimientos por cardiopatía) de las personas que hacían más ejercicio no era superior ni inferiior a la de las personas que hacían ejercicio de forma más moderada.
Un análisis aún más exhaustivo, realizado en más de 600.000 personas, halló que las personas que practicaban deporte en grado extremo (es decir, una pauta de ejercicio que multiplicaba por más de diez la dosis estándar recomendada de 150 minutos semanales) no presentaban una tasa de mortalidad significativamente más alta que la de dosis estándar.
Al sintetizar estos datos, Meagan Wasfy y Aaron Baggish concluyeron que:
Estos hallazgos refuerzan la idea de que las dosis suaves o moderadas de ejercicio tienen un impacto positivo considerable en la salud, pero que el aumento continuo de la dosis no parece mejorar ni empeorar los efectos.
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