En el mundo cada vez hay más gente, vive más tiempo y vive con mejor salud. Un equipo de investigación liderado por Oskar Burger, científico del Instituto Max Planck de Investigación Demográfica en Alemania, ha utilizado datos de mortalidad de las poblaciones modernas de cazadores-recolectores para elaborar un estudio publicado hace unos meses en la revista PNAS, revela que se ha producido una reducción significativa de la mortalidad humana en tan solo cuatro generaciones y que la mortalidad infantil es ahora 200 veces menor.
Para establecer la comparación usaron los individuos aborígenes que pertenecían a grupos como los hadza de Tanzania (Africa), los !Kung de África del Sur o los agta de Filipinas contrapuestos a pueblos actuales en los que la longevidad es más frecuente, como Japón y Suecia. Así concluyeron que los cazadores-recolectores a la edad de 30 años tienen la misma probabilidad de morir que individuos japoneses a los 72 años.
Las regiones actuales especialmente longevas son las llamadas Zonas azules. El popularizador de esta clase de lugares ha sido el viajero Dan Buettner, sobre todo a raíz de su libro Blue Zones: Lessons for Living Longer from the People who´ve Lived Longest.
Lo que parece tener en común las zonas azules es que se vive tranquilo, se hace siesta, se respeta mucho a los mayores, hay altos impuestos (lo que deriva en servicios públicos de calidad y escasa competencia entre sueldos) y una vida moderadamente activa con caprichos alimentarios (nada de ir al gimnasio cada día ni de cuidar una dieta a rajatabla). Las zonas azules, en suma, son lugares donde la vida social es más rica, hay relaciones interpersonales más intensas y los amigos son de verdad.
La mayor zona azul el mundo se encuentra en la provincia de Cerdeña, Italia, concretamente en Nuoro. En Ikaria, un pueblo estadounidense ubicado en el estado de Minnesota ocurre tanto de lo mismo. Otras zonas azules reconocidos oficialmente son Nicoya, en Costa Rica, y Okinawa, en Japón. En Okinawa, por cierto, encontramos el mayor número de mujeres centenarias que disfrutan de extraordinaria salud.
Posiblemente las zonas irán proliferando. Y las imágenes de islas como ésta de las Maldivas, construida hasta el hartazgo, tal vez también se hagan más frecuentes. Con todo, no hay que ser pesimistas: en el tema de la superpoblación hay muchos matices, como ya vimos en ¿La superpoblación será la causa de nuestra extinción?
Vía | AgenciaSinc
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