Aunque la saliva de nuestra boca, por mucho que nos cepillemos los dientes, es una ciénaga de bacterias, también constituye un milagro antimicrobiano (pues las primeras necesitan a las últimas), y es un gran exterminador de gérmenes.
De hecho, la eficacia de nuestra saliva es tal que supera a cualquier enjuague bucal, pues nuestra saliva tiene propiedades no aglomerantes, es decir, impide a las bacterias formar colonias en dientes y encías. Además, los enjuagues prueban que son eficaces contra bacterias que se pueden cultivar en laboratorio, pero la mitad de nuestras bacterias orales solo crecen en la boca.
Según explica Mary Roach en su libro Glup:
Las virtudes antimicrobianas de la saliva explican algunos de los remedios medicinales rurales que aparecieron ya a principios del siglo XVII. Un tratado de 1763 aboga por aplicar “la saliva en ayuno de un hombre o una mujer mayor de setenta u ochenta años de edad” a las úlceras causadas por la sífilis en el glande del pene. Como decía la antigua prescripción china de Materia Medica: “aplicada bajo los brazos sirve para contrarrestar el malo olor del sudor”.
Por ello, las heridas que se producen dentro de la boca sanan mucho más rápido. En un estudio con ratas de 2008, se comprobó que los animales que se lamen las heridas se curan más rápidamente que los que no podían hacerlo (porque se les había neutralizado las glándulas salivales).
La saliva humana contiene histatinas, que aceleran el cierre de las bacterias independientemente de su acción antibacteriana. Investigadores holandeses consiguieron reproducirlo y observarlo en el laboratorio. Cultivaron células de la piel, las rascaron con una pequeña puntita estéril, las humedecieron en saliva de seis personas diferentes y controlaron lo rápidamente que se curaban las heridas, en comparación con las muestras de control.
Mala fama
Entonces ¿por qué la saliva tiene tan mala fama, por ejemplo, entre cierta comunidad médica? No es extraño si tenemos en cuenta que el personal de urgencias de un hospital trata no pocas infecciones producidas por mordiscos humanos. Sí, gente que muerde a otra.
Pero aquí hay que hacer una aclaración. Solo 1 de cada 62 pacientes con mordiscos humanos desarrollan una infección si no les suministran antibióticos. El problema es que muchos mordiscos se producen en peleas.
Los mordiscos de peleas suelen infectarse, pero es tanto culpa del nudillo como de la saliva. A los tendones y a las capas de nudillos relativamente poca sangre, de manera que el sistema inmune tiene menos recursos para contraatacar. (El cartílago de la oreja tampoco está irrigado por el sistema vascular, así que si planea pelearse con Mile Tyson, mejor que practique la desinfección de heridas).
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