Antiguamente, cuando se promulgó una ley que prohibía el uso de enanos (es decir, acondroplásicos) para uso y disfrute de quienes pudieran pagarlos, sometiéndolos a prácticas vejatorias, los enanos se rebelaron aduciendo que era su forma de ganarse la vida.
El problema estriba en que siempre habrá alguien dispuesto a pagar para que otra persona necesitada cumpla sus deseos. Algo parecido ocurre con el boxeo, habida cuenta de que dos personas se provocan daños cerebrales mutuamente de forma intencionada para suscitar el espectáculo.
Como denuncia el neurólogo holandés Dick Swaab en su libro Somos nuestro cerebro:
Retransmiten detalladamente en primer plano, con el griterío acalorado de fondo y todas las repeticiones que haga falta, el origen de una lesión neurológica: inestabilidad de la marcha, trastornos del lenguaje, ojos que se mueven constantemente, algún ataque epiléptico clásico, alteraciones de memoria a causa de un fuera de combate, la pérdida de conciencia después del KO, y veces el coma o la muerte. Un curso completo de neurología. Desde la Segunda Guerra Mundial, bajo la supervisión de varias federaciones de boxeo, cuatrocientos boxeadores han muerto en el ring.
Os escribo esto alguien que considera Rocky una de las mejores películas de la historia del cine. Pero lo que resulta innegable es que la cantidad de lesiones cerebrales que provoca este deporte a largo plazo hace plantearte hasta qué punto estamos contemplando una barbarie.
Las llamadas “encefalopatías crónicas traumáticas” están presentes entre el 40 y el 80 % de los boxeadores profesionales. La enfermedad de Parkinson afecta al 17 % de ellos, como es el caso de Mohammed Ali.
Si el boxeo forma el carácter, no se ve en el cerebro, ahí solo se observa degradación. Muchas áreas cerebrales se ven reducidas a causa de la pérdida de células, las fibras nerviosas se desgarran y pierden la capa aislante de mielan, y bajo el microscopio se aprecian los típicos cambios que sobrevienen con el alzhéimer o el párkinson. (…) En los boxeadores amateur, a pesar del casco proyecto, uno de cada ocho combates acaba en conmoción cerebral.
En 2001, en Noruega ya se prohibieron todos los deportes de lucha en los que se pueda producir un KO. El boxeo también ha sido prohibido en Suecia o Islandia. En otros países, los médicos también han solicitado la prohibición de pugilismo.
En cuanto se habla del tema, se alzan voces que dicen que los boxeadores combaten porque quieren; olvidamos que hace ya siglos que en los Países Bajos se prohibió enfrentarse a duelo voluntariamente y matarse entre sí.
Imágenes | Pixabay
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